ACTÚA HOY

• A las 21.30, en la carpa domo ubicada en la estancia Los Cuartos.

Hay un truco de magia en la boca de Mariana Carrizo. En esa boca entra -por esa boca pasa- la vida entera. Sucede cada tanto, en ocasiones programadas, como la que esta noche hará subir a la salteña a un escenario de Tafí del Valle. En aquellas circunstancias, la coplera planta su presencia menuda en el centro del lugar y, sólo a fuerza de palabras, de contadas palabras, expone el universo que conocemos. La mujer, el hombre, el pobre, el rico, el sexo, la Iglesia, la Puna, la ciudad y más son dibujados (también cuestionados, también satirizados) en estrofas de cuatro líneas.

Es un truco de magia que puede prescindir del efecto inmediato, aunque lo tenga, y que más bien queda flotando entre los presentes. Es un truco de magia en tanto sólo una parte de sí queda revelada: detrás de lo que el público ve hay un modo particular de pensar, sentir y hacer la vida; lucidez suficiente para sintetizar ese proceso; generosidad para compartirlo e histrionismo para hacerlo seductor, impostergable. Carrizo, la hechicera que sostiene esa estructura, lo pone en términos más sencillos: “yo simplemente soy. En mi discurso artístico digo lo que soy y lo que siento, mi esencia”.

Una esencia que las críticas han coincidido en catalogar como filosa. “Creo que me dicen así porque soy frontal y también porque en el norte argentino, y en todas partes, el machismo es preponderante. La gente no está acostumbrada a que una mujer se plante en la firmeza de su ser, no está acostumbrada a que una mujer tenga voz propia y firme. La palabra en la mujer está rezagada”.

Mendigo con suerte

Es cierto que Carrizo simplemente es, que su discurso no es la amalgama de otros adquiridos en el tiempo sino que la antecede, que le viene en el ADN. Ya tenía la voz firme y propia cuando, a los 12 años, desatendió el disgusto de sus padres por sus pretensiones de cantora y se escapó de ellos escondida en la bodega de un colectivo. “Uno de los primeros lugares a los que fui a buscar asilo para mi necesidad del canto fue Tafí del Valle -recuerda-. Se estaba haciendo el Festival del Queso y yo quería subir al escenario. Eso quería, aunque no me recibieron”.

Se ríe la coplera de lo que ahora llama “locuras”, pero que entonces fueron los pasos iniciales en su vida como artista. Eran los tiempos en que los altoparlantes de San Carlos, la localidad salteña en la que se crió, le hacían llegar las canciones de Edith Piaf y Luciano Pavarotti, y ella se conmovía tanto que dejaba escapar las ovejas que la familia le encargaba cuidar. ¿Cómo quién soñaba ser en ese entonces? “No, yo no proyectaba nada. Mi único proyecto era tener un lugar donde cantar. Iba de escenario en escenario, a veces como un mendigo. Fui haciéndome camino al andar, sin pensar que haría carrera o que llegaría a tal lado. Y sin pensar tampoco en el discurso que iba a dar. Simplemente cantaba lo que sentía y eso que sentía era lo que tallaba mi alma. Nada más”.

Nada menos. Hoy Carrizo es reconocida no sólo como una referente cultural sino también como un bastión de la revalorización de la copla y la más pícara de las apóstoles del empoderamiento femenino. “No sé si las mujeres se animaron a decir más a partir de mis coplas, uno nunca tiene una dimensión real de la manera en que repercute en la vida de las personas. Pero sí me considero una hormiguita, un colibrí llevando agua para apagar incendios; algún granito de arena habré puesto. Siempre pienso que la mujer debe tomar valor y no callar. Hay muchas cosas para cambiar en cuanto a los derechos femeninos, pero eso empieza por cada una. Veo, sobre todo en el norte, que la mayoría de las mujeres no está conectada consigo misma, es como si se desconocieran. Y si hay algo que no conocés, no podés quererlo o no quererlo. Estamos pidiéndole al hombre que no haga tal cosa u otra, pero no es él quien debe tomar la iniciativa. La mujer es la que tiene que preguntarse por qué deja que le hagan daño”.

Materia difícil

Admite también Mariana que hay un truco de envoltorio amable pero resolución compleja: el despliegue del humor. Cualquiera que la vea en vivo o en los videos disponibles en YouTube notará inmediatamente que la risa es, en el escenario de Carrizo, tan importante como la rima y la música. “Me surge naturalmente, no es que lo programo. Creo que los norteños, y en general los latinoamericanos, tenemos una forma de ser que nos hace tomarnos las cosas con alegría. De todos modos, el humor no es una materia fácil ni liviana. En mi caso es espontáneo, pero esa rapidez con la que sale ha implicado un proceso interno, un proceso que deriva en que podamos reírnos de algún tema difícil o duro de digerir. Hay mucha dificultad en el humor, pero también mucho compromiso”.

Humor, espontaneidad, compromiso: todo suma. Pero el verdadero as bajo la manga es que, a diferencia de otros, Mariana Carrizo se anima a ser así de decidora. “La copla es la palabra que dice la vida y, dentro de la vida, uno se topa con todo: lo lindo y lo no tan lindo. A veces sorprende el hecho de que me animo a expresarlo, y eso me valieron cosas que no estuvieron tan buenas. Pero es así: una toma una bandera o no”.

Mariana las toma; el resto es magia. O no tanto.

En la peña de Los Puesteros

Carrizo es la invitada que inaugurará la peña que Los Puesteros mantendrán en Tafí del Valle cada viernes de enero en la estancia Los Cuartos. Unsue, Los Pucareños, Héctor Saleme, Kjamarka y Colorao Wilde son algunos de los artistas que también se verán allí. Carrizo recitará coplas y dará un concierto con adaptaciones de canciones, como “Doña Ubenza”.