Cuesta imaginarlo. A quienes han pasado muchos años en el edificio de la Escuela Sarmiento, les resulta raro pensar que en el patio del histórico solar desde el próximo año ya no solo se verán niñas. La noticia revolucionó a toda la comunidad educativa. Para algunos padres de alumnos, la decisión de abrir la inscripción y permitir la presencia masculina en las aulas fue como un baldazo de agua fría. Para otros, en cambio, la medida es legítima y coherente con los tiempos que corren.

El caso ha desatado un debate más amplio, que suena a viejo pero que está más vigente que nunca: ¿es más eficaz la educación mixta o la diferenciada? Quienes defienden la coeducación sostienen que las escuelas con mujeres y varones permiten equilibrar miradas diferentes, mejoran el aprendizaje y la conducta en el aula.

Las voces a favor de la educación diferenciada plantean que en estos ámbitos los chicos se instruyen sin las distracciones que genera el otro sexo y que puede enfatizarse la enseñanza sobre las áreas de interés o dificultad para mujeres y varones.

En el país, según la Asociación Latinoamericana de Centros de Educación Diferenciada (Alced), hay unas 200 instituciones que imparten enseñanza a grupos de un solo género. En Tucumán, aún quedan casi una veintena de establecimientos de este tipo. Las autoridades de Alced dicen que las escuelas “single-sex” están mostrando tener gran eficiencia, ya que ocupan las primeras posiciones en los rankings escolares.

“Las mujeres y los varones tienen un ritmo de crecimiento diferente y eso repercute en su proceso de aprendizaje. Los chicos suelen madurar más lento, lo cual los perjudica en aulas mixtas. Separarlos no es discriminarlos. Se trata de potenciar las habilidades, sacar lo mejor de cada uno. En los países de habla inglesa cobra cada vez más fuerza este sistema de organización escolar”, explicó el docente Ramiro Sosa Martínez, quien trabaja en un establecimiento para varones.

“Quienes apoyan la educación diferenciada abonan la tesitura de que la evolución madurativa física y psicológica es diferente en ambos sexos y que separarlos mejora el rendimiento académico, disminuye la violencia de género, aumenta la eficacia de la labor docente y mejora el clima institucional”, analiza Ivonne Bianco de Scanavino, doctora en Educación y docente investigadora de la Facultad de Filosofía y Letras. Y sigue: “los pro de la coeducación es que es un sistema basado en la naturalidad en la socialización de los sujetos y en la mejora del desarrollo socio afectivo, además de sostener que se educa en la igualdad desde la diferencia”.

“Para mí, una educación verdadera es la que se basa en que las diferencias de aprendizaje residen en los sujetos, en variables como el interés, los hábitos de estudio, el contexto familiar, su inteligencia y no solo en el sexo como unicausalidad”, sugiere. “La formación, en cuanto a sus valores y normas, depende de la coherencia. No es coherente pregonar la convivencia en la sociedad y parcelarla en la escuela. Yo adhiero a un principio de coeducación en la organización escolar, por su origen y fundamento histórico y social, pero entiendo que los resultados dependen de cómo las escuelas lo llevan a cabo”, plantea.

En las instituciones que en los últimos años se volvieron mixtas cuentan que la experiencia fue muy positiva. Cynthia Folquer, religiosa dominica y doctora en Historia, habló sobre el caso del colegio Santa Rosa, que desde hace ocho años optó por la coeducación. “Cuando se abrió la sede del establecimiento en Yerba Buena fueron los padres de alumnas los que pedían poder llevar a sus hijos a la misma institución. No fue fácil. Históricamente, el Santa Rosa tenía una marca muy femenina. Pero todo fue sorprendente. Desde entonces, la presencia masculina en el colegio nos ha hecho crecer mucho como institución”, destaca.

Según Juan Pablo Gómez, director del Consejo de Escuelas Experimentales de la UNT, establecimientos como la Agricultura o el Instituto Técnico, que ya adoptaron la coeducación, tuvieron experiencias muy buenas. “Los niveles académicos no se modificaron. Las mujeres les hicieron un gran aporte a estas escuelas. El caso de la Sarmiento también será positivo. Como todo cambio, es lógico que genere temor. No me parece mal que los varones tengan también la posibilidad de aprovechar una educación tan valiosa como es la de esta escuela, que es gratuita y laica”, opinó el director, aunque no se animó a decir que lo mismo ocurrirá en el futuro con el Gymnasium.


Opiniones

Tema de agenda.- “La coeducación era un tema de agenda de la escuela Sarmiento desde hace 50 años. El problema siempre fue edilicio, porque no se contaba con las condiciones físicas adecuadas. Mujeres y varones necesitan sus espacios para la recreación. Ahora se va a dar y creo que es un hecho pedagógico muy importante. Es la oportunidad para que la escuela se amplíe. De ninguna manera la educación de excelencia que tiene la escuela se verá perjudicada. Está demostrado que mujeres y varones se complementan y que las aulas mixtas tienen buenos resultados”, sostuvo la ex directora de Escuelas Experimentales de la UNT, Ana María Juárez de Cruz Prats.

Un gran paso.- “La coeducación tiene que ver con la integración, con la posibilidad de compartir espacios mujeres y varones al igual que en la vida misma. Es muy valioso por todo lo que se puede aprender del otro. Es un gran paso para la Sarmiento; esto habla de su capacidad y madurez para estar a tono con los tiempos que corren. Ahora tiene un gran camino por recorrer. De a poco deberá ir repensando temas como por ejemplo las giras y otros desafíos que plantea la educación mixta”, señaló Carolina Abdala, profesora en Pedagogía y doctora en Ciencias de la Educación.

Injusto.- Marina, que fue alumna de la escuela Sarmiento y ahora quisiera que su hija ingresara al jardín, se mostró en contra de la decisión de incorporar varones. “Hay muy pocos cupos disponibles en comparación con la cantidad de alumnos que quieren ingresar. Me parece injusto porque la UNT ya tiene otra escuela para varones. Además, están rompiendo con años de tradición”, señaló.

Crecer.- “La vida es de varones y mujeres, y así creo que está bueno crecer. Me hubiera gustado que los varones entren antes a la escuela”, señaló Carolina, de 16 años, alumna de la Sarmiento.

Mujeres solas- “A mí me gusta ir a un colegio de mujeres solas; no te tenés que estar cuidando si hay varones. En cuando a mi relación con las chicos no noto diferencias con chicas que van a escuelas mixtas. Tengo un montón de amigos y me llevo bien. Antes, a los 11 o 12, me daba vergüenza”, dice Valentina, de 17 años, sarmientina.

Sin diferencias.- “Crecer en un contexto mixto es de una gran riqueza para todos los alumnos. Los procesos de maduración son más naturales. No noto diferencias”, resalta Cinthya Folquer, docente del Santa Rosa.

Ya hay 227 chicos inscriptos.  

El número causó sorpresa. Hasta el viernes se preinscribieron 227 varones y 500 mujeres para ingresar al jardín de la escuela Sarmiento. Y aún faltan dos días, detalló Juan Pablo Gómez, del Consejo de Escuelas Experimentales de la UNT. La chance de que entren niños se dio a partir de un pedido específico de una empleada de la escuela que quiere que sus hijos estudien ahí. “Según la Dirección General de Asuntos Jurídicos estos padres estaban en su derecho de hacer el pedido, siendo que se trata de una escuela pública y que no establece en su reglamento que no pueden entrar varones. Dispusimos que no se podía abrir la inscripción sólo para dos casos, que era algo que se debía abrir a todos los interesados”, detalló. No habrá cupo masculino, ni femenino. En total, entran 60 estudiantes aproximadamente. “La incorporación de chicos será gradual. Los cambios edilicios y otras cuestiones las iremos viendo en la medida que se nos vayan planteando los desafíos”, señaló.

Las chicas del Técnico, tras los pasos del tío o del papá

Son pocas. Pero están ahí. Desparramando sonrisas. Haciendo ademanes con sus uñas pintadas. Aprendiendo mecánica del automotor. O construcción. Demostrando que el Instituto Técnico ya no es territorio masculino.

“Cuando contaba que iba a empezar la técnica, algunos me decían: ¿eso no es de varones?”, arranca Pilar González. Tiene 18 años y está a punto de terminar la secundaria en el Técnico de la UNT. En la primaria había sido alumna de Las Esclavas y no fue fácil estar, de repente, sentada sola en un curso de más de 20 varones. “Quería ser arquitecta y me parecía ideal tener una buena formación antes de la facultad. Por eso vine aquí”, resalta. “Y no me arrepiento”, añade.

A su compañera, Araceli Campos, le pasó lo que le sucede a la mayoría de las alumnas del técnico. Un hermano, un tío o su papá fueron a la misma escuela, siempre escuchaban las bondades educativas y ellas quisieron seguir con la tradición.

“Mi papá y mi tío me convencieron. Ellos venían acá. Desde chica siempre me gustó jugar a atornillar. Además, me encanta la Física”, cuenta Guadalupe Caram, de 15 años. En su curso, hay 30 varones y cinco mujeres. Es uno de los más poblados por chicas. En total, en el instituto Técnico hay 17 mujeres sobre un total de casi 600 estudiantes.

Aylén Díaz Esen habla mientras juega con sus manos. Lleva las uñas pintadas de verde y naranja y los ojos delineados de negro. “Me decidí venir aquí porque me gustaba ingeniería en sistemas. Igual desde que practiqué la parte de mecánica del automotor decidí que eso es lo que quiero hacer”, dice la joven que se ve armando. “En un futuro me gustaría armar mi propio auto”, sueña. Junto a María José Godoy (15), Lucía Valdéz (14) y Sofía Hoyos (15) buscan un lugar en el bar de la escuela. Ya se acostumbraron a escuchar conversaciones sobre fútbol y autos. “Al principio es difícil acostumbrarse a estar rodeadas siempre de hombres porque aquí venís todo el día al colegio, son 12 horas. Pero después te acostumbrás. Aquí por suerte nos tratan de igual a igual. Nadie te dice no hagás fuerza porque sos mujer, aunque si es algo muy difícil te ofrecen ayuda”, resalta Aylén, que hace poco cumplió 15 años y la gran mayoría de sus invitados eran varones. “Eso sí, estudiar aquí no te da la opción de tener muchas amigas”, dicen entre risas.

Los varones no reniegan de tener compañeras en las aulas. “Las tratamos de igual a igual. Lo mismo los profesores. Aquí no hay preferencias”, cuenta Mariano Rodríguez (16).

José Francisco Moreno Díaz, director del instituto Técnico, contó que desde los 90 empezaron a inscribirse mujeres. “Al principio eran una o dos por año. Ahora, son cuatro o cinco. La incorporación de ellas no generó ninguna discusión interna ni inconvenientes. Aunque es cierto que los hombres nos tuvimos que moderar un poco”, resaltó.

Al principio no tenían baños y tenían que usar los sanitarios de los docentes. “De a poco nos fuimos adaptando. En todos estos años, las mujeres demostraron ser, en su gran mayoría, excelentes alumnas; nunca notamos la diferencia ni en las aulas ni en los talleres. Ellas hasta se convierten en líderes de trabajo”, precisó. Y añadió que nunca debieron modificar los contenidos curriculares.

En la Agricultura

En la escuela de Agricultura, cada año se multiplica la cantidad de mujeres que quieren ingresar. Actualmente hay 700 alumnos y el 40% ya son chicas, detalló Roque Budeguer, director del establecimiento. “Esto arrancó en 1991. Hubo varias peticiones y por eso finalmente se les abrió las puertas a las mujeres. La adaptación fue muy natural, pese a que al principio había cuatro o cinco alumnas en medio de un montón de varones. Y aquí pasamos 10 horas todos juntos”, detalló. Ellas, según el director, supieron aprovechar muy bien las áreas relacionadas a la bioquímica, la biotecnología, la veterinaria y la floricultura.

Por qué es buena la coeducación 

- La escuela debe hacerse a imagen de la vida, la escuela prepara para la vida.
- Facilita el diálogo educativo entre sexos y con ello se siguen mutuos enriquecimientos.
- Mujeres y varones llegan a conocerse mejor a sí mismos confrontados con el otro.   
- Aprenden a conocerse, a respetarse y a colaborar juntos. Eso ayuda a una mayor igualdad.
 
Ventajas de la educación diferenciada 

- Los alumnos logran focalizarse en su aprendizaje y eso mejora los resultados académicos 
- Se adaptan a los ritmos madurativos y estilos de aprendizaje de chicos y chicas.
- Desarrollan sus potencialidades sin el prejuicio de que los identifiquen con el otro sexo.
- Reduce el fracaso escolar de los varones, quienes actualmente están en desventaja.