En la primera línea defensiva, entre la “pecera” del cuerpo técnico argentino y el sector donde se encontraban los rugbiers de estas tierras no convocados para el partido con Georgia, sobresalía la inmensa figura de Mariano Galarza, el Puma caído en desgracia tras haber sido sancionado por la IRB con nueve semanas por “hacer contacto ocultar con un rival (Brodie Retallick, de los All Blacks)”. El gigante, de 203 centímetros, sintió, quizás, el mayor temblor corporal de su vida cuando el himno comenzó a recorrer sus estrofas.

Bañado en lágrimas, el gigante se sintió un liliputiense atacado a golpes por una hormiga. Estaba tan lejos de volver a jugar el Mundial como que la línea 118 saque un recorrido directo a Londres. Galarza no pudo al principio, sintió que era demasiado y desapreció de una foto en la que el panorama facial no era el todo emotivo, aunque los cánticos siempre hayan estado. Pero en el segundo tiempo la cosa cambió, claro. El humor fue otro. El de los Pumas, el de la gente y el del propio Galarza, que regresó a su lugar. Cada acción de los jugadores en la cancha era un movimiento a la expresión de quienes estaban afuera, de quienes quería ver a la Argentina triunfante. Y así, como un NN saltaba hasta el techo, Galarza y el resto de los Pumas también lo hacían. Eran hinchas vestidos con la armadura celeste y blanca. El “argentinazo” había poseído el estadio.

“Somos locales otra vez, pero con la diferencia de que no se nos escapó el partido”, festejaba el tucumano Gonzalo Cancillieri, uno de los tantos afortunados que pudo invadir Gloucester. “No puedo creer lo que estoy viviendo”, decía.

Habiendo sacado una diferencia imposible de recortar, la hinchada comenzó a saborear lo que pareció un pic nic rugbístico. El 54-9 final culminó con la ya tradicional vuelta alrededor de la cancha de los jugadores. Era tiempo de saludar a los simpatizantes, a la familia. De hecho, más que vuelta olimpica, el ritual fue una procesión cuyas paradas, entre saludos, selfies y firmas de autógrafos, sirvieron para recibir amor del bueno y recargar energía para lo que viene, Tonga el 4 de octubre.

“Fue un placer ver este partido. Todo esto es de los jugadores”, confiaba Agustín Pichot, el icono del rugby argentino y uno de los autores intelectuales del bronce en Francia 2007.

La segunda presentación de Los Pumas en el Mundial rubricó lo que se pensaba. Juegue donde juegue Argentina, aguante y devoción por los colores no le faltarán.

El Mundial en Twitter

Juan Figallo se alegró. “Gran victoria de los Pumas #vamos por mas!!”, tuiteó @Chipifigallo. El jugador se lesionó en el inicio de la selección mundialista.

“Q bien Pumas! Juegue juegue juegueeeee! Ofensivo ataca y ataque felicitaciones”, escribió @chaparetegui, técnico de la selección argentina masculina de hockey.

El club Regatas (@regatasbv) destacó la actuación de su jugador, Santiago Cordero: “Corderito de una jugada sin peligro, sacó lo mejor que tiene y marcó su segundo try”.

El santiagueño, Facundo Isa, jugó por primera vez. “Gran debut con este excelente equipo!! Muchas gracias a toda la gente que estuvo presente hoy”, puso en @facuisa.

“Feliz con el equipo. Orgullo. Pero sobre todo contento por @santicordero15 se hizo gigante”, escribió el ex capitán de Los Pumas, Agustín Pichot, elogiando a Santiago Cordero.

Los que sí apoyaron fueron sus colegas del fútbol: “Vamos Pumas! Vamos Argentina!”, tuitearon “Kun” Agüero (@aguerosergiokun) y Ezequiel Lavezzi (@PochoLavezzi).

@retegonzalezi: “Q lindo partido, tremendo esfuerzo. La cancha parecía la bombonera, piel de gallina el aliento de la gente !!” Escribió Santiago González Iglesias.

@NicoFSanchez: Qué lindo lo que vivimos hoy. Muy contento por el equipo. Muchas gracias a la gente que nos apoyó todo el partido! Nicolás Sánchez usó su cuenta.