El Principito - Animación 

MUY BUENA

Origen: Francia, 2015. Dirección: Mark Osborne. Idioma: doblada al español. Violencia: sin escenas. Sexo: sin escenas. Una lástima: nos quedamos sin escuchar a Jeff Bridges (el aviador), Marion Cotillard (la rosa), James Franco (el zorro) y Rachel McAdams (la madre). La imagen: un amanecer con forma, colores y sentimiento de rosa, maravilloso.

El aviador morirá pronto. A veces se desmaya, y como le cuesta levantarse lleva siempre un sandwich en el bolsillo. La niña no quiere saber nada con eso. Se rebela, sufre y termina enojada apenas comprueba que en la vida hay ciclos inexorables; ciclos de los que ella forma parte y que no ofrecen escapatoria. Es un viaje, como el del Principito. La nena está condenada a cambiar de piel sin baobabs, zorros, serpientes ni asteroides. Su mundo es de una complejidad diferente pero, a fin de cuentas, sólo se trata de crecer. Y asusta, claro que asusta.

La belleza de esta versión absolutamente libre de “El Principito” es abrumadora. Tan humana, tierna y emocionante como el clásico de Saint-Exupéry, la película se permite metaforizar sobre el tiempo y sus consecuencias, sobre la aventura del descubrimiento y sobre la resignificación de la vejez. Todo en su justa medida.

Mark Osborne, que había dirigido la primera “Kung Fu Panda”, se animó a anclar los dibujos y los textos de Saint-Exupéry en una historia moderna. Una vuelta de tuerca narrativa que, de todos modos, se mantiene fiel al cuento. La soledad del Principito es la de la pequeña y las vías de escape resultan, en el fondo, coincidentes. Son méritos del notable guión que elaboraron Irena Brignull (quien había escrito “Los Boxtrolls”) y Bob Persichetti.

La concepción visual de la película es magnífica. Osborne combinó la animación digital con el stop-motion, técnica que emplea para subrayar los segmentos protagonizados por el Principito. La elección de los colores y sus tonalidades responden a múltiples escenarios: adultos grises, un barrio que es una cuadrícula gigantesca y aburrida, el desierto, mil estrellas que se liberan, una rosa.

Hay un bonus track fantástico: la música de Hans Zimmer, nutrida por melodías francesas chiquitas y deliciosas. Otra de las tantas razones que invitan a chicos y grandes a disfrutar una película hecha a medida.


Revancha - Drama/thriller 

El único campeón es Jake Gyllenhaal

BUENA

Origen: EEUU, 2015. Dirección: Antoine Fuqua. Con: Jake Gyllenhaal, Forest Whitaker, Rachel McAdams. Violencia: con escenas. sexo: con una escena. Atención: los fans del boxeo encontrarán mil guiños para sentirse en casa. El aplauso: para Oona Laurence, una nena capaz de actuar con enorme intensidad.

La transformación a la que se sometió Jake Gyllenhall para protagonizar “Revancha” va más allá de los 10 kilos de músculo puro que luce sobre el cuadrilátero. Gyllenhaal se convirtió en un boxeador. Propinó y recibió infinidad de golpes y esas huellas le decoran el gesto durante las dos horas de película. Gyllenhaal replica en el vocabulario limitado, la cabeza gacha y la ira que lo domina las tundas que la vida le regaló a Billy Hope. Es un trabajo excepcional de Gyllenhall, devenido línea de flotación de “Revancha” cada vez que la historia se abraza a los lugares comunes, que ciertamente son demasiados.

Es que las películas de boxeo propenden a esquematizarse: chico pobre que sale del barro montado a sus puños, la gloria, la caída, la redención. En torno a ese esqueleto se engarzan los matices. Será por haber escapado a esa linealidad que “El luchador” y “Toro salvaje” son las mejores de todas. En honor a la verdad, y tomando esas elevadas referencias, el Billy Hope de Gyllenhaal homenajea con altura al Stoker Thompson de Robert Ryan y al Jake La Motta de Robert De Niro. Eso es mucho decir.

Abandonado por su manager (50 Cent) y por un entorno que huyó como bandada de cucarachas apenas se acabó el dinero, a Hope sólo lo motiva recuperar a su hija (Oona Laurence). Hay un sólo modo posible: a los golpes. El entrenador Tick Wills (Forest Whitaker) lo pone en vereda. Tal vez si hubiera estado a su lado desde un principio las cosas habrían sido diferentes.

A la carga dramática de “Revancha” la alimentan algunos golpes bajos. Rachel McAdams, espléndida, se corre de ese lugar porque es una actriz enorme. Antoine Fuqua, moderno artesano del thriller, dirige con nervio y maestría las escenas sobre el ring. Allí Billy Hope se jugará su destino contra un temible colombiano de apellido Escobar. Hablando de lugares comunes...