HOY

• A las 21, en el Hotel Hilton Inn (Miguel Lillo 365). Entradas: en la boletería de la sala.

El boxeo lo enganchó, como dice él, grandecito, a los 20. Pero ahí nomás empezó la cosecha de títulos, de campeonatos, y las posibilidades irrechazables que llevaron a Sergio “Maravilla” Martínez a encauzarse en los puños. “De chico supe que iba a estar ligado al deporte, y como el boxeo se me dio muy bien, no tuve tiempo de pensar qué otra cosa hubiese sido mi vida”, declara el ex campeón mundial.

Su enorme relevancia deportiva y su carisma mediático lo llevaron, antes de bajarse oficialmente del ring (en junio) al escenario del monólogo en la temporada de Carlos Paz. Esta noche, en el Hotel Hilton, dirá “A veces me dicen Maravilla”, su show junto a Diego Fantoni y Chuly Paniagua.

- ¿Cuándo empezaste a entrenarte en stand up?

- Llevo años gestándolo. Si bien el 6 de enero debuté, llevo años intentando aprender, observando y siguiendo a algunos actores muy experimentados. Poco a poco, con el correr de los años me fui metiendo en la actuación.

- Sos autor del texto. Tampoco empezaste a escribir de golpe...

- Eso sí es algo que traigo de hace mucho tiempo, y en algún momento sabía que iba a poder escribir algo como lo que estoy haciendo ahora, que es un monólogo.

- ¿Cómo es la obra?

- Lo mío no es ciento por ciento stand up. Mis compañeros de elenco son humoristas y tienen su tiempo: suben al escenario, abren el show, hacen reír al público, y yo lo que hago es un repaso de mi vida. Fantoni y Paniagua son un gran apoyo para mí.

- ¿Actuar es una manera de seguir en el ring sin pegar y sin que te peguen?

- Hay gran similitud. Es una una exposición, y está esto de tratar de que el público se conecte con uno. Eso es lo que yo he intentado lograr también con el boxeo.

- ¿El monólogo es como una catarsis?

- Nunca mejor dicho. Hago un repaso por toda mi vida, más que nada emocional, tanto de los momentos felices como los otros.

- Superada la emoción inicial del público al ver a su ídolo deportivo, tiene que aparecer el actor...

- De entrada eso se nota mucho. Pasan los minutos, me voy relajando, soltando... y se empieza a ver una faceta que la gente no conocía. Es muy bueno lo que a mí me hacen sentir. Yo todavía no me considero actor, pero sé que si se siente bien en el escenario, el público en la platea lo refleja, y eso es lo que me pasa.

- ¿Alguna vez imaginaste como actor?

- En algún momento supe que lo iba a hacer, pero no sabía que iba a trazar una conexión tan bonita con el público. Hay momentos en que puedo ver las primeras filas, y están llorando todos, o veo las risas. Si logro transmitir mis propias sensaciones, esto es un privilegio, y es hermoso.

- ¿Qué te gustaría hacer en este camino? ¿Tenés propuesas?

- Dentro de poco voy a comenzar a trabajar en algunas tiras. Ya hice algunas pruebas para TV y salieron bien; les gustaron a los productores. Es cuestión de esperar a ver qué se confirma porque son diferentes productores. La TV es lo próximo.

- ¿Y en cine?

- Tengo dos propuestas de películas, pero falta tiempo. Nada relacionado con el boxeo, y eso es lo que más me gusta; pensar en salir un poco de lo que hice durante 20 años.

- ¿Seguro que no querrías hacer el Rocky argentino?

- Si vas al espectáculo verás lo que pienso de Rocky, al que le dedico un bloque.

Cada vez que Maravilla Martínez se subía al ring, lo hacía para concentrarse en tácticas, estrategias y técnicas en el siempre raro arte de pelear contra un oponente, de espaldas al público. Ya dejó de dar la espalda. Cada vez que sube al escenario, lo hace para contar su historia, nada fácil, cara a cara con la gente.