La gran cantidad de barro acumulado en los primeros metros de la carrera convirtió la largada del XXII Trasmontaña en un tobogán. Pocos minutos después de las 8, muchos competidores eligieron bajarse de la bicicleta para iniciar el recorrido, que supera los 40 kilómetros. Otros, que decidieron hacerlo encima de la bici, terminaron cayendo y otros pocos debieron abandonar. Como siempre, pero más que nunca, la técnica se volvió clave para atravesar las zonas más complicadas de la competencia.

El frío provocó que los competidores llegarán más tarde de lo usual a la carrera. Mientras que años anteriores a las 6.30 ya se podía ver algunos intrépidos entrando en calor, en esta ocasión, hasta 15 minutos antes de la largada, el grueso se los corredores decidió refugiarse del frío y de la oscuridad (amaneció media hora antes de la carrera). Por el pasar de las horas, el viento y la neblina se sumaron a los obstáculos que deben atravesar los ciclistas.