Mía, de tres años, tiene la nariz pegada al vidrio. Del otro lado están sus juguetes favoritos, los de Peppa La Cerdita (la protagonista de su dibujito predilecto). “Esa quiero”, dice, muy decidida, señalando con el índice una valijita. Sus papás, Elizabeth y Juan Manuel Uzin, no dudan en comprársela para el Día del Niño, que se celebra el domingo.

Las jugueterías se han convertido en verdaderos hormigueros en estos días. Los padres salen de los locales con los bolsillos vacíos y las manos llenas, de bolsas. ¿Pero qué llevan adentro? ¿Una sorpresa para sus hijos? En la mayoría de los casos, no. Llevan aquel juguete que sus pequeños les pidieron.

El niño es quien decide el regalo y la mayoría de las veces lo hace en función de las publicidades, de acuerdo a un estudio realizado por la Asociación Argentina de Empresas de Juguetes y Afines (Aadeja).

Según esta encuesta nacional, los que más compran obsequios son los padres y abuelos. Y gastan, en promedio entre $ 200 y $ 500 por cada presente.

“Quiero ese auto rojo a control remoto”, exclama emocionado Facundo, de cuatro años, pelo lacio, castaño, y ojazos negros. Es el único hijo de Roberto Carlos Soria. “Me gusta que él venga y elija lo que quiera. Eso sí, tengo un margen de $ 500 para gastar”, aclara el papá, mientras sostiene al pequeño sentado en el mostrador de la juguetería.

En cambio, para José Figueroa lo que elija su hijo Aaron (dos años) no tiene precio. “Si se quiere llevar un karting me endeudo; ningún problema”, confiesa. Lo mismo opinó Germán Sulca, que llevó a la juguetería a su pequeño Carlos, de dos años, para que pueda cumplir sus deseos. “Ya me dijo que quiere un camión gigante”, describió. Sus hermanos más grandes, de 9 y 4 años, también le anotaron a papá lo que desean: una tablet y juegos didácticos.

Para los papás consultados, el Día del Niño es como una segunda Navidad. No les parece mal que los chicos pidan lo que quieren. Reconocen que los niños de ahora tienen mucho más poder de decisión. Juancito Núñez, de tres años, ya elige hasta la ropa y las zapatillas que le gustan, cuentan sus papás Paola y Juan. De paseo por la juguetería, ayer se decidió por un triciclo del hombre araña.

Los dueños y encargados de locales son testigos directos de esta realidad. “Los papás vienen solos o con los chicos. En general, ya saben qué van a llevar porque sus hijos se lo pidieron o se lo anotaron en un papel”, cuenta Mariano Jorrat, de 21 años. No salió hace mucho de la niñez y ya le sorprende un detalle: “antes se compraban muchos más juguetes para disfrutar al aire libre”.

Alejandra Rodríguez, encargada de Giro Didáctico, comenta: “los chicos les piden a los padres y abuelos lo que ven en las publicidades. Y los papás se esfuerzan mucho para poder cumplir sus deseos”.

Los progenitores no pueden negarse a lo que ellos quieren o piden. ¿Por qué? Simplemente porque para ellos es sinónimo de cariño y también de estar más presentes en sus vidas. “La verdad que trabajo bastantes horas fuera de casa. Mis hijos hacen un gran esfuerzo en la escuela y son muy independientes. Me parece justo compensarlos con el mejor regalo: el que ellos eligen”, expresa Carolina Marcelino, docente y madre de dos chicos, de 9 y 7 años.

¿Hasta qué edad se compra regalo? Según cita la Asociación Argentina de Empresas de Juguetes y Afines (AADEJA), se consideran niños hasta los 12 o 14 años, de acuerdo a estudios internacionales. Para los papás consultados en esta nota la celebración del domingo alcanzará a chicos de hasta 16 y hasta 18 años. Claro que, según dijeron, desde los 10 años en adelante ya muy pocos quieren juguetes. A esa edad, están “enloquecidos” con los dispositivos electrónicos.