La remodelación de la peatonal de calle Mendoza sigue avanzando, pero el resultado del tramo que ya se terminó (altura del 700), y aunque tanto comerciantes como peatones celebran la renovación de ese espacio, ya están añorando los viejos árboles que daban sombra.

En esa cuadra los 15 naranjos que fueron removidos terminaron siendo reemplazados por seis lapachos y dos macetas con palmeras. Los árboles tienen dos metros y medio y están ubicados solo en la acera sur; y expertos como Guillermo Olivera, de la Asociación Amigos del Árbol, estiman que tendrán que pasar unos cinco veranos hasta que den algo de sombra.

“Hemos pedido muchas veces que nos mostraran el proyecto, pero jamás nos respondieron desde la Municipalidad”, dijo Olivera. Desde esa Asociación enviarán una nota pidiendo que se coloquen más ejemplares en las cuadras Mendoza a la altura del 500 y 600, que se están refaccionando. “Además, sería bueno que se colocaran especies de lapachos rosados en el 500 y de lapachos blancos al 600, que tienen distintos tiempos de floración”, comentó. De esta manera, la primera floración será la del lapacho rosado, luego le seguirá la del blanco y finalmente la del amarillo.

Los comerciantes ubicados en Mendoza entre Maipú y Junín van a extrañar la sombra de los naranjos agrios. “Nos vamos a calcinar”, dijo sin vueltas Alejandro Medina, quien en algún momento había pensado que habría más árboles en la cuadra. Algo similar pensó doña Marta, que vende plantas en la puerta del Mercado del Norte desde hace 31 años. “Tendrían que haber plantado árboles más pequeños, esos lapachos van a levantar la vereda por que son muy grandes”, opinó.

Las copas de los árboles son una efectiva y natural pantalla para mitigar el calor de los rayos del sol. Mas aún cuando la superficie en la que impacta es el cemento o las baldosas. Un buen ejemplo gráfico lo da el capítulo “arbolado y calentamiento en el Gran San Miguel de Tucumán” de Leonardo Paolini y Antonella Gioia, del libro Guía de Arbolado de Tucumán (Alfredo Grau y Alejandra Kortsarz).

Según ese estudio, en una calle sin árboles, un día caluroso de enero en el que la temperatura ronda los 30°C, la vereda puede alcanzar los 60°C, mientras que bajo la sombra de un árbol esa misma vereda solo registra 33°C, la mitad, aproximadamente. Sin árboles, la calle registra 66°, mientras que en una cuadra con árboles frondosos la temperatura del pavimento es de 33°. Estos son los datos registrados por un termómetro infrarrojo en dos cuadras contiguas de la capital (San Lorenzo al 1100 y al 1200). Por esta razón la forestación urbana es vital porque no solo mejora la calidad del aire, sino que mitiga el intenso calor.

¿Pocos árboles?

En una nota publicada en marzo, Luis Lobo Chaklián, subsecretario de Planeamiento municipal dijo que al menos se plantarían 15 lapachos por cuadra. Consultado sobre la diferencia que hay respecto de lo que manifestó y lo que se hizo luego, explicó que por una cuestión de porte del árbol (el lapacho es un ejemplar grande que posee un amplio follaje que puede alcanzar de ocho a 10 metros) no se podrían haber puesto más de ocho ejemplares. Respecto de por qué solo se plantaron de un solo lado, señaló que se debía a una cuestión operativa para que no interfirieran con los servicios de emergencia, por ejemplo el paso de un camión de bomberos o una ambulancia.

“En principio el cambio es bueno si se piensa que los naranjos son especies exóticas y el lapacho es nativo”, comentó Ana Levy, directora del Jardín Botánico de la Fundación Miguel Lillo. Si no está cuidado, explicó, el naranjo puede resultar hasta peligroso porque puede ser hospedero de una plaga muy grave como es el HLB que hoy ya está haciendo estragos en Brasil.

Sin embargo, todos los árboles que se sacaron de las tres cuadras de la peatonal fueron a parar a plazas y otras zonas.