Un estudio difundido esta semana indica que algunos signos de envejecimiento pueden detectarse desde mediados de la década de los 20 años. El hallazgo, publicado en el número del 6 de julio de las Actas de la Academia Nacional de Ciencias, de Estados Unidos, surgió luego de que se analizara una muestra de 954 personas nacidas en Nueva Zelanda en 1972 y 1973.

Los investigadores tomaron medidas sobre el funcionamiento de los riñones, el hígado, los pulmones, la salud dental, los vasos sanguíneos oculares, las funciones metabólicas y el sistema inmunológico a los 26, 32 y 38 años.

Además, midieron los niveles de colesterol, el estado físico y la longitud de los telómeros, unas capas protectoras de los extremos de los cromosomas que se acortan con la edad.

En base a un total de 18 medidas, los investigadores determinaron una “edad biológica” para cada participante a la edad de 38 años. A esta misma edad, algunos se encontraban en una edad biológica por debajo de los 30 años y otros cercanos a los 60.

Cuando los científicos analizaron en profundidad a los que habían envejecido más rápidamente, encontraron signos de deterioro a los 26 años, la edad a la que se tomaron las medidas más tempranas.

Mientras la mayoría de los analizados había envejecido a una tasa de año biológico por año cronológico, o incluso menos, algunos envejecieron hasta tres años biológicos por año cronológico. Estos últimos tuvieron además “malos resultados en exámenes que se hacen generalmente a personas de más de 60 años como pruebas de equilibrio, de coordinación y de resolución de problemas”, indica el estudio.

Estos descubrimientos “nos dan la esperanza de que un día la medicina podrá ser capaz ralentizar el envejecimiento y de ofrecer a la gente unos años más activos”, explica Terrie Moffitt, la principal autora del estudio, profesora de Psicología y de Ciencias en la Universidad de Duke (este de Estados Unidos).

Cuando se pidió a unos estudiantes de la Universidad de Duke que observaran las fotos de los participantes, coincidieron en calificar de “más mayores” a aquellos que envejecieron más rápido biológicamente.

Los autores estimaron, por otra parte, que este tipo de estudio abre la vía a un mejor conocimiento del envejecimiento a edades tempranas, cuando todavía se está a tiempo de evitar ciertas enfermedades.

Un estudio precedente puso en evidencia que el componente genético sólo influía un 20% en el envejecimiento, siendo las primeras causas el comportamiento en términos de salud y el medio ambiente.