Daniel Blanco - Frente de Izquierda  
La violencia en el fútbol es una manifestación profunda de descomposición del actual régimen político. Las divisiones y enfrentamientos entre barras -tanto de diferentes clubes, como del mismo- reflejan las disputas para manejar los jugosos negociados que envuelven al fútbol con los viajes, con las reventas de entradas, con el narcotráfico, etcétera. El accionar impune de las barras sólo se puede explicar debido a la existencia de una gigantesca cadena de complicidades de las dirigencias de los clubes y de las instituciones del Estado. El Gobierno kirchnerista organizó, en ocasión del Mundial de Sudáfrica (2010), la ONG “Hinchadas Unidas”. Mediante la estatización de la televisación de los partidos se orientó al rescate de los clubes que se encuentran en plena bancarrota, manteniendo los negocios capitalistas de las dirigencias y los barrabravas. El Gobierno kirchnerista también mantuvo a Julio Grondona, un dirigente que se encumbró bajo la dictadura y que hoy aparece vinculado, post mortem, al “Fifagate”. Las barras, por otro lado, se transformaron en fuerza de choque de las distintas fracciones de las burocracias sindicales. En Tucumán la vimos actuar, contratada, para desalojar la toma del Rectorado en oportunidad de la huelga docente universitaria. Las barras también son usadas por los partidos como fuerza de choque en los actos y en las campañas políticas. La única forma de acabar con las mafias de los barrabravas y con los negociados alrededor del fútbol es que los socios y los verdaderos hinchas recuperen el control de los clubes y de la AFA, como un aspecto de una lucha por imponer otra política deportiva que apunte, no al negocio capitalista, sino a la sana competencia y al desarrollo integral de los seres humanos. Todo ello requiere de una transformación de la sociedad sobre nuevas bases.

Ricardo Bussi - Fuerza Republicana 
Fuerza Republicana propone “tolerancia cero” en el tema de los barrabravas. No proponemos controlar las barras, sino erradicarlas de la vida deportiva y social, responsabilizando penalmente no sólo a quienes las integran, sino a los dirigentes de fútbol que los amparan o financian, y también a los dirigentes políticos que los alquilan para sus actos proselitistas o para pandillaje urbano. Sin ir más lejos, las dos barras más grandes de la provincia suelen mostrar banderas con la inscripción “Alperovich” y “Partido Justicialista”. Es un secreto a voces que los principales dirigentes peronistas utilizan a los barras para sus actos políticos; inclusive, los tienen como punteros políticos. Basta con recordar que el Legislador Gerónimo Vargas Aignasse tenía contenido a (Sergio) “Flay” Roldán, uno de los jefes de una de las barras de San Martín, que estuvo preso por homicidio; y que Mario Leito, quien ahora se postula para legislador por el alperovichismo, era llevado en andas cuando ganó las elecciones en Atlético por el jefe de “La Inimitable”. Todos tienen alguna relación entre sí. Siempre fue un problema el tema de los barras, pero el kirchnerismo con tal de continuar con su proyecto de aumentar su impunidad, le dio más impulso mediante la creación de la agrupación “Hinchadas Unidas”, donde aglutinó a la delincuencia del fútbol. Y en lugar de meterlos presos los llevó gratis al mundial. Resulta inconcebible que en las canchas tucumanas siga muriendo gente y los Gobiernos nacional y provincial no tomen medidas, utilizando la famosa política del “siga, siga”. Se debe empezar por la prevención. Fuerza Republicana propone que se prohiba, lisa y llanamente, el ingreso de los barras a las canchas. Si estos lograsen ingresar, aunque no delincan, se sancionará al personal policial que no les haya impedido el ingreso. Se le quitarán los puntos al equipo de su preferencia, se multará a la institución y se imputará penalmente a los dirigentes del club.

Mario Koltan - Unión y Progreso Social 
La reciente muerte de una persona, en un enfrentamiento entre integrantes de la barra del Club Atlético Concepción en Banda del Río Salí, debería marcarnos un ultimátum para hallar soluciones definitivas a este flagelo de los hechos de violencia alrededor del fútbol. Haber eliminado la presencia de hinchas visitantes fue insuficiente. Mirar lo que hizo el Gobierno británico para erradicar la violencia en Inglaterra serviría para comenzar a pensar medidas donde participen el Estado, la Policía, la Asociación del Fútbol y las empresas vinculadas a la “sponsorización” de clubes y/o a la transmisión televisiva de los espectáculos. Entendieron que los hooligans (hinchas ingleses) eran un fenómeno sociocultural del país, no sólo del fútbol. Propuestas: 1) Poner en marcha la tan dilatada AFA-PLUS. Instrumentar un sistema de ingreso a los estadios mediante una tarjeta electrónica, con la cual además se comprarán las entradas (evitaría la reventa de tiques que entregan a los barrabravas). La tarjeta deberá pasar por un molinete, donde el visor revisará datos biométricos (huellas digitales, foto, antecedentes penales, etcétera). 2) Prohibir de por vida el ingreso a los estadios a hinchas peligrosos, y cárcel a quienes consuman alcohol o drogas, o porten armas o elementos contundentes y bengalas. 3) Sancionar al club donde se detecten connivencias con hinchas violentos, con la desafiliación por dos años de cualquier Asociación de Fútbol del país. 4) Sancionar con fuertes multas a quienes transporten hinchas peligrosos (líneas de colectivos, taxis, remises, etcétera). 5) Crear grupos de élite en la Policía, que hasta se infiltren entre los barras, para hacer seguimiento de sus movimientos. 6) Ubicar cámaras en lugares estratégicos de los estadios e instrumentar sistemas electrónicos de identificación de hinchas. 7) Exigir butaca para cada aficionado. Para ello los clubes deberán adecuar los estadios, con créditos del Estado o mediante sponsors.

José Cano - Acuerdo Cívico y Social 
La violencia en el fútbol no es un fenómeno aislado. Se trata del reflejo de una sociedad en la que los valores se han desdibujado, en la que el delito ha penetrado distintas capas sociales y en la que el respeto por la vida ha pasado a un segundo plano, por sobre el negocio de unos pocos. Por lo tanto, encarar políticas de fondo para terminar con la violencia en fútbol implica también repensar nuestras formas de relación sobre la base del respeto mutuo y de reglas claras de convivencia. La educación, en este caso desde las divisiones juveniles o formativas, es un paso indispensable para que se den los cambios de fondo. Debemos desterrar la cultura del éxito a cualquier precio, y la idea de que un enfrentamiento deportivo es una guerra, en la que hay que matar o morir. En referencia al problema crítico de los barras violentos, es necesario ser claros: se trata de delincuentes. En la mayoría de los casos, su accionar está amparado por dirigentes políticos, que han cooptado los clubes como si fueran un botín más en su lucha territorial por el poder. Actúan con impunidad y se disputan negocios que lejos están del amor por los colores de una determinada camiseta. No resulta necesario la sanción de más leyes; lo que hay que hacer es aplicar las que se encuentran vigentes. Entre otros, la Provincia está adherida a la Ley de Espectáculos Deportivos -conocida originalmente como “ley De La Rúa”-, desde hace más de una década. Esa norma ya prevé sanciones para una serie de delitos que se cometan en el marco de los eventos deportivos. Resulta preciso que el Estado asegure el ejercicio del poder de Policía para identificar y para castigar a los violentos. Hoy, con el peso de la seguridad en cabeza de clubes y de fuerzas de seguridad empobrecidas, esa posibilidad no es sino una ficción, que sólo garantiza más violencia y más muerte en nuestras canchas.

Juan Manzur - Frente para la Victoria   
El fútbol, como todos los deportes, debe disfrutarse sin violencia. Por ello, creemos que un trabajo en conjunto entre el Estado y los clubes debe garantizar la seguridad en todos los eventos deportivos. Para erradicar la violencia en el fútbol es imprescindible hacer cumplir el Derecho de Admisión: las personas con antecedentes de conductas violentas no deben ingresar a los estadios. El Poder Ejecutivo, el Poder Legislativo y el Poder Judicial deben trabajar en conjunto para hacer cumplir las penas que recaen sobre las personas que generan disturbios dentro de las canchas y estadios de fútbol. Vamos a trabajar para jerarquizar al actual Comité de Seguridad Deportiva, sumando más efectivos policiales capacitados en esta temática. El Gobierno provincial promoverá la real federalización del fútbol argentino, reclamándola permanentemente ante los organismos que correspondan. Nuestra prédica tendrá como objetivo central que todos los clubes tucumanos aumenten el número de niños y de jóvenes que practican esta disciplina. El fútbol, al igual que todos los deportes, debe ser un lugar para la recreación y para la contención. Impulsaremos la refacción de los estadios de los clubes Atlético Tucumán y San Martín, y del resto de los clubes en donde se disputan torneos nacionales. De ese modo, vamos a garantizar las condiciones de seguridad y de confort para los hinchas. Resulta fundamental trabajar en la concientización -desde la escuela, desde los clubes barriales, y desde todos los ámbitos de la sociedad-, para que las prácticas violentas no empañen ni perjudiquen esta práctica deportiva. Queremos que el fútbol sea sinónimo de disfrute y de un buen momento, para que sea compartido en familia y con los amigos. Es por ello que vamos a cuidar y a engrandecer aún más este deporte, que tanta pasión genera y que forma parte de la identidad y de la idiosincrasia de la sociedad tucumana.

Gumersindo Parajón - Alternativa Popular 
Para erradicar definitivamente la violencia en el fútbol -como en cualquier otro deporte- tiene que haber un cambio total de dirigentes, porque las comisiones directivas están infectadas de políticos, de oportunistas y de delincuentes lavadores de dinero, que pretenden blanquearse ante la sociedad. Los dirigentes de los clubes deportivos utilizan los barrabravas de esas instituciones como grupo de choque hacia otros dirigentes, como así también hacia jugadores del propio equipo o de otros. Los barrabravas de los clubes son mano de obra desocupada, que extorsionan, intiman y llevan al poder a los actuales dirigentes, por medio del matonismo cuando hay elecciones. Los barrabravas se encargan de presionar a los directivos para que prorroguen los contratos de algunos jugadores, o de extorsionar a los dirigentes y jugadores para que les den las entradas o dinero, porque quieren un porcentaje de los sueldos. Pero los dirigentes también utilizan a los barrabravas para los actos políticos. Y prueba de ello es que en la camiseta de algunos clubes figuran los nombres y apellidos de concejales o de legisladores. Inclusive les dan plata para drogarse; y a los jefes de la barra les dan la reventa de entradas. Tanto los dirigentes que están al frente de los clubes, como los políticos, tienen la obligación de haber nacido honestos; porque la honestidad no es una virtud, sino una obligación. En otras épocas, los dirigentes estaban en la comisión directiva de los clubes para poner plata para ayudar a la institución. Ahora los dirigentes sacan plata, para beneficio personal. Tampoco puede ser que se deje ingresar a los estadios a hinchas alcoholizados; ni que se permita la venta de estas bebidas en los alrededores de estas instituciones. Otra clase de dirigentes, que asuman la responsabilidad de conducir un club, deben tener el coraje suficiente para erradicar la mafia que existe entre los directivos y los barrabravas.