Uno de los mayores errores que cometió mi esposo como nuevo padre fue decirme que pensaba que su técnica para cambiar pañales era mejor que la mía. A partir de ese momento, ¿adivinen quién asumió la mayor parte de la labor de cambiar pañales en nuestro hogar? O, más bien, el papel del carpintero escapulario. Según un nuevo reporte en la publicación especializada Animal Behaviour sobre los hábitos sanitarios de este pájaro carpintero leonado de 30 centímetros con pico curvado hacia abajo, los machos son limpiadores más industriosos que sus parejas.

Los investigadores ya sabían que los carpinteros escapularios, como muchos pájaros carpinteros, son una llamada especie de papel sexual invertido, pues los padres pasan comparativamente más tiempo incubando los huevos y alimentando a las crías que las madres. Ahora los científicos han descubierto que el celo paterno de los machos también se extiende al terreno menos sentimental de la higiene del nido: cuando un pichón produce desechos, papá, más rápidamente que mamá, es el que se apresura a depositar lejos de casa la excresión indeseada.

“Retira los microbios, elimina los olores que pudieran alertar a los depredadores, y vuelve a todo el nido mucho más limpio”, dijo Elizabeth Gow, miembro posdoctoral de la Universidad de la Columbia Británica y autora del nuevo reporte. “Es un aspecto importante del cuidado paterno del cual nos olvidamos a menudo”, agregó.

El nuevo trabajo refleja un creciente interés en lo que podría llamarse estudios sanitarios animales; la exploración de cómo, por qué y bajo qué condiciones las diferentes especies buscan permanecer limpias, prevenir la descomposición y el deterioro y formalmente disponer de las excreciones y los fallecidos. La naturaleza quizá sea salvaje, pero eso no significa que las cosas no vayan a alguna parte, y muchos animales siguen reglas estrictas para evitar las fuentes de contaminación.

Los investigadores han identificado a abejas enterradoras que se especializan en retirar los cadáveres de la colmena, y han localizado cámaras subterráneas destinadas a servir como baños a las que las ratas topo africanas consistentemente acuden para realizar sus complejas abluciones.

Entre los chimpancés, la higiene a menudo sirve como una importante clave en la evolución cultural, y los primatólogos han descubierto que diferentes poblaciones de simios están marcadas por estilos de acicalamiento distintivos. Los chimpancés en el bosque Tai de Costa de Marfil, por ejemplo, extraen una garrapata u otro parásito de la piel de un compañero con los dedos y luego aplastan a la alimaña contra sus propios antebrazos.

Los del bosque Budongo de Uganda prefieren colocar delicadamente las garrapatas en una hoja para inspeccionarlos, decidir si es seguro comerse a los chupasangre removidos o si simplemente deberían ser aplastados y tirados.

Las medidas sanitarias serias pueden ser costosas, como reveló el nuevo estudio de los carpinteros escapularios. Los pájaros carpinteros bebés depositan sus desechos en sacos fecales, donde la excreción está contenida en una cubierta exterior gelatinosa “como un globo con agua”, dijo Gow. “Hace más fácil retirarlos del nido”.

¡Pero qué prodigiosas fábricas de sacos pueden ser la avecitas! Mientras que los padres humanos cambian la cantidad abrumadora de entre 50 y 80 pañales a la semana, los padres carpinteros escapularios retiran el mismo número de sacos fecales al día. Cada vez que lo hacen, se aventuran unosa 90 metros del nido y corren el riesgo de exponerse a depredadores, como los halcones.

La buena higiene es cuestión de contexto. Luigi Pontieri, del Centro para la Evolución Social en la Universidad de Copenhague, estudia a la hormiga faraona, una especie invasiva diminuta y altamente exitosa que se originó en el sudeste de Asia, pero que en tres siglos se las ha ingeniado para colonizar al mundo.

A diferencia de la mayoría de las hormigas, la hormiga faraona no construye nidos estructurados ni defiende territorio. “Viven donde pueden, en lugares que otras hormigas evitan”, dijo Pontieri. “Vivirán en la basura, en capas de alimentos viejos, en enchufes eléctricos, entre las páginas de los libros. Incluso se puede encontrar una colonia dentro de un gorgojo, al cual comen desde el interior”, detalló.

Indagando sobre la capacidad de las hormigas para permanecer sanas, descubrieron que los insectos parecían resistir las enfermedades en parte a través de una especie de programa de vacunación. Cuando se da a las hormiga la opción entre anidar en suelo limpio o en suelo salpicado de los cadáveres de hormigas faraonas que murieron por una enfermedad micótica, las hormigas vivas eligen anidar con las caídas. “Pensamos que estaban buscando pequeñas dosis del patógeno”, dijo Pontieri. “Podría ser una forma de inmunizarse contra una enfermedad que pudiera matarlas”.

Sin embargo, la vivienda estable puede tener sus beneficios. Gene E. Robinson, profesor de neurología y entomología en la Universidad de Illinois, dijo que las colmenas representan un desafío de higiene para las abejas. Por ejemplo, qué hacer con los cadáveres de las abejas muertas. Estos insectos sociales solucionaron el problema estableciendo un diminuto cuerpo de enterradoras: abejas al final de su edad mediana y de un genotipo particular que aún no ha sido decodificado. Ellas patrullan incansablemente los corredores de la colmena, levantan a cualquier abeja recién muerta que encuentren y arrojan el cuerpos a unos seis metros de la colmena. Lo hacen entre 25 y 100 veces al día.