Eduardo Gómez Ponce, médico del CAC municipal “Ampliación Amalia”, exhibe historias clínicas, registros de pacientes y publicaciones médicas. También fotos de niños desnutridos que pudo recuperar. “Mi lucha es porque no quiero que sigan haciendo abandono de los chicos. Se oculta a los niños desnutridos” , justifica y denuncia. Sostiene que la forma de medir que emplea el Siprosa desde hace algunos años, elaborada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en base a estudios en otros países, permite “bajar los índices”. Explicó que ahora se calcula mediante el Índice de Masa Corporal (IMC), en vez del sistema que se utilizaba antes, basado en el peso y la talla. Defendió, basándose en bibliografía sobre pediatría y a su experiencia, la vigencia de la tabla de “Lejarraga - Orfila”, diseñada en el país y en base a condiciones antropométricas locales. “El mes antes de aplicar la tabla nueva en el CAC tenía 57 chicos desnutridos. La aplico y caían a la mitad. De cada 10 chicos (que yo evaluaba como) desnutridos, sólo daba tres. También sacaron la palabra desnutrido. No es cuestión de una tabla, sino de evaluar la parte clínica. Con todos los elementos, elevaba los pedidos (para que los chicos entren al programa) y no los aceptaban”, consignó.
Ejemplificó con el caso de su paciente N.E.V. “El nene, cuando tenía cinco años, estaba normal de acuerdo a la tabla con IMC, pero desnutrido de acuerdo con la nacional. A los siete, pesaba 19 kilos y no entraba al programa. Era por falta de alimentos, no estaba enfermo. Fue el miércoles pasado a control, sigue desnutrido y fuera del programa. Y así en muchas historias clínicas. Esto habla de que es un chico que es ocultado. Es uno de cientos”, lamentó. El centro en el que trabaja tiene bajo su responsabilidad a unos 10.000 habitantes: “tengo 175 desnutridos. A casi 100 de ellos no los aceptan en el programa. No pueden salir a decir que desconocen esto, porque el CAC depende operativamente del Siprosa”.