El 12 de abril de 2005, Érica Rivas comenzó a hacerse popular gracias a la emisión de la serie “Casados con hijos”, una versión argentina del sitcom norteamericano. Los capítulos se mantienen en la pantalla con un éxito sorprendente, lo que le genera a la actriz el cobro de honorarios que le permiten, según admite a la agencia Télam, optar por las propuestas artísticas que más la seducen. Las regalías funcionan, así, como una base de tranquilidad que aprovecha para desarrollar papeles en el cine independiente.

“Tengo que estar muy agradecida a ‘Casados...’, porque me dio la posibilidad de llegar a un público masivo, y a mí me gustan mucho los actores y actrices populares que dejaron su marca como Niní Marshall o Alberto Olmedo. Además le estoy agradecida económicamente por darme la posibilidad de elegir propuestas de cine más jugadas, sin correr contra el reloj”, asegura quien protagonizó a María Elena Fuseneco, la vecina entrometida de la familia Argento con la cual ganó los premios Clarín y Martín Fierro a la mejor actriz de reparto de comedia.

El cine parece ser el territorio donde se mueve más cómodamente en el último año, con la gran repercusión que logró con su personaje de la novia que se descubre traicionada en la noche de bodas en “Hasta que la muerte los separe”, el capítulo final de “Relatos salvajes”, la película argentina más vista de la historia local. También protagonizó con muy buenas críticas “Pistas para volver a casa”, dirigida por Jazmín Stuart, en la que compartió cartel con Juan Minujin.

Rivas no descuida el teatro (presenta en la Capital Federal “Escenas de la vida conyugal”, la obra del sueco Ingmar Bergman, junto a Ricardo Darín) y volvió a la televisión con “La casa”, la miniserie que se estrenó en la TV Pública.

Trayectoria
Rivas le dedicó a la actuación más de la mitad de su vida. A los 40 años, hace cálculos: “desde los 19 que trabajo como actriz y desde los 23 en cine, y ahora, cuando llego a un set, veo chicos muy jóvenes y digo ‘ya estoy vieja’; pero es que son muy jóvenes, de la generación del 90 algunos, y yo ya estoy entre los grandes”.

“Es muy difícil zafar de uno. Yo quise ser actriz porque me interesan las personas, las vidas, las relaciones, y me iba a aburrir siendo yo sola. ¿A ver cómo es esto...? ¿Y esta forma de moverse, de relacionarse, de salir del conflicto...? Hay autores que tienen mil puertas, incluso poesía. Esa cosa de explorar los mundos de diferentes personajes es lo que más me llama la atención. Me angustia cuando alguien me dice que soy parecida a un personaje y pienso que, de alguna forma, también soy yo. Son potenciales de uno que aparecen”, detalla en la entrevista.

La versatilidad es una de sus características, aunque reconoció que suele ser llamada para personajes con arranques temperamentales. “Todo lo que estoy haciendo es muy diferente. Cuando viene alguien y te dirige, es también como meterte en la cabeza de ese director, te pone su impronta porque sabe con que bueyes ara. Los directores, como los autores porque también lo son, los define su biografía, y por eso si hacés un texto de Bergman es bueno conocerlo y lo mismo con los directores, por más que solo tengan dos tres películas. En el caso de ‘Pistas...’ lo que me llamó la atención era que la directora (Stuart) fuese actriz; algún día me gustaría dirigir, porque en este país no se le da suficiente importancia a la dirección de actores”, afirmó.

Más allá de la fuerza de sus personajes, la actriz rescata la importancia del humor. “Te metés en esa veta, en ese mundo. Es difícil hacer reír. Es muy raro ese misterio, pienso que tiene que ver con la entrega. Cuando un actor hace reír es porque puede pasar vergüenza de sí mismo. Si ‘Relatos...’ no hubiese tenido el humor que tiene hubiese sido densísima. El humor abre una puerta enorme, porque incluso no hay límites morales. Hacer humor por televisión fue como romper con los maestros y empezar a hacer todo lo que dijeron que no debía hacer. Me dio libertad”, reconoce.