“Sólo quiero agradecerle a Dios por seguir dándome la vida”, expresó Juan Pablo Juárez mientras dejaba del sanatorio 9 de Julio, el jueves al mediodía. El maratonista trasplantado recibió el alta médica después de haber pasado 18 días internado. El deportista había llegado a ese centro médico el domingo 15 de marzo tras haber sufrido un violento ataque en el parque 9 de Julio.

“Haya pasado lo que haya pasado, la vida es así y muchas veces tenemos tantas cosas, que la sociedad está tan pervertida. Pero gracias a Dios puedo estar con vida y sano. Quiero agradecerle a toda la gente porque todo el mundo ha estado predispuesto. Eso es gratificante”, alcanzó a decir el simoqueño de 54 años antes de quebrarse en llanto.

Emocionado por haber recibido el alta después haber sufrido fuertes golpes en la cabeza, el dos veces ganador de la Maratón de Buenos Aires (1989 y 1996) desde ahora continuará una larga recuperación y su posible vuelta a las carreras de distancia es incierta.

“Lo importante es que puede caminar. Ya se verá si vuelve con el tiempo”, comentó Manuel Juárez, hermano del deportista, que lo acompañó en el regreso a su casa. Además, contó con enorme satisfacción que, de acuerdo a la última tomografía que le realizaron, se descartó la posibilidad de que su hermano haya sufrido lesiones neurológicas.

Allegados al maratonista comentaron a este diario que la familia decidió llevar a Juárez a la ciudad de Simoca para que pase el fin de semana cerca de sus parientes y con mayor tranquilidad.

Golpeado

Juan Pablo Juárez regresó a la capital la noche del sábado 14 de marzo, luego de haber competido en la “Carrera de Miguel”, que se realizó en la ciudad de Bella Vista. Según se pudo reconstruir a partir de los testimonios de sus allegados, el maratonista se bajó del colectivo en la Terminal de Ómnibus pasada la medianoche.

Afuera de esa estación, sobre la avenida Soldati, tomó un taxi para volver a su casa. Pero quiso parar a comprarle helado para su esposa, por lo que se bajó del vehículo de alquiler en la esquina de las avenidas Benjamín Aráoz y Coronel Suárez, donde hay una sucursal de la heladería “Grido”.

El último mensaje que le mandó a su esposa fue a la 1.50 del domingo, donde el deportista le avisaba que llevaba helado a la casa. Después, la mujer no volvió a tener noticias de su esposo hasta el día siguiente.

Alrededor de las 6.30, una persona que caminaba por el parque 9 de Julio lo encontró a la altura de la avenida Coronel Suárez al 200. Juárez estaba sumergido en un charco de agua, descalzo, con un cuadro de hipotermia e inconsciente.

En ese momento lo trasladaron al hospital Padilla y un amigo lo reconoció. A la tarde, la familia del atleta decidió llevarlo a un sanatorio privado, en el microcentro, donde permaneció internado hasta el jueves.

Cuando encontraron al maratonista, le faltaban su mochila, su teléfono celular y sus zapatillas. Por esa razón, se sospecha que habría sido víctima de un robo. Sus amigos creen que tal vez Juárez se resistió a que le quitaran sus pertenencias y que por eso lo golpearon salvajemente.

El fiscal de Instrucción de la V° Nominación, Washington Navarro Dávila, espera a que el maratonista pueda declarar para reconstruir lo que pasó.