Investigación

El oscuro carisma de Hitler

LAURENCE REES

(Crítica - Buenos Aires) 

¿Cuántas veces nos hemos preguntado por qué razón y bajo cuáles condiciones Adolf Hitler llegó a ser quien fue? Conste que el empleo del plural abraza a los millones y millones de seres humanos que desde 1945 a nuestros días repudiamos al líder alemán; y al tiempo que lo repudiamos descubrimos que no hay respuestas que terminen de convencernos y muchos menos de tranquilizarnos.

Los daños provocados fueron descomunales e indelebles, ergo, no exageramos ni un ápice si afirmamos que las heridas todavía no han terminado de cerrar, que basta con que tomemos contacto con una evocación de primera mano, o con un testimonio fílmico o del orden que fuere, o con las meras cifras de los daños provocados, de los crímenes, para que el nazismo vuelva a abofetearnos con inusitada crudeza.

Acaso impregnado de éstas y otras sensaciones, pero debidamente formado para poner la lupa en el trazo grueso y en el trazo fino de la Segunda Guerra Mundial en general y en Hitler en particular, el documentalista británico Laurence Rees ha dado forma a una de sus contribuciones mejor logradas y más valiosas: El oscuro carisma de Hitler.

Pocas veces disponemos de un título más certero y más organizador de la materia por indagarse. Rees parte de la base de que Hitler era carismático y que ese carisma era brumoso, pero lejos de darse por satisfecho con la conclusión a priori, investiga el derrotero de quien supo hacerse a sí mismo y construir su magnetismo sobre la base de una aguda percepción de los vientos que soplaban y que soplarían.

En este punto, y como todo investigador que se precie de tal, Rees batalla contra el dilema del huevo y la gallina, anda y desanda el camino y se aferra a cada hipótesis como si las diera por fecundas, pero menos por comodidad que por fidelidad a un método: llevar cada presupuesto al límite de sus posibilidades.

Así, con indispensable paciencia y con no menos indispensables testimonios, intenta armar el rompecabezas a salvo de las dos grandes tentaciones de manual.

Por un lado, La tentación psicologista: la clave del nazismo se reduce a Hitler, una mente malsana capaz de embaucar a millones de alemanes que de un día para el otro mutan de níveos a crueles.

Por otro, La tentación sociologista: la clave de la entronización de Hitler y del nazismo se reduce pura y exclusivamente al caldo de cultivo de la derrota de la Primera Guerra Mundial y al fracaso de la República de Weimar.

Entre el biógrafo y el politólogo, narrador vigoroso, historiador al fin, Rees repone un Hitler aproximadamente posible, un Hitler humanamente inhumano. Un Hitler sujeto y objeto de su tiempo. Un Hitler, al cabo, del que aun cuando es pasado remoto más nos valdría estar advertidos.

© LA GACETA

Walter Vargas