La película toma como referencia el primer libro de “50 sombras de Grey”, lo que seguramente nos llevará a la saga de Grey. Si bien se adapta al texto, hay partes que no son consideradas, como la fellatio que realiza Anastasia y que en el filme pasa como un juego en la bañera; falta poco para que sea una imagen de niños con patito y todo. Es una película que se quedó en el medio de todo, y lo más grave es su mediocridad. En el juego de los sentidos son importantes los sabores, los olores, el tacto, el oído, la vista. Nada de esto se explota. Todo es anodino: ni la música tiene fuerza, ni las imágenes son bellas, ni se incita más que el tacto con esposas, arneses, cuerdas. ¡Falta mucho!


Hay mucha diferencia entre lo que genera el libro, donde todo queda librado a la fantasía, desde las historias personales hasta los mitos y los prejuicios, explícitos en la película. De acuerdo a un estudio que realizamos hace ya varios años sobre el deseo, las mujeres mayores eran las que más consumían literatura erótica, mientras que los hombres preferían los videos. Es poco frecuente una mujer buscando videos pornos; las mujeres tenemos habilitado el permiso para la lectura. No nos olvidemos de “El amante de Lady Chaterley”, que podría darle unas cuantas clases a la creadora de Grey.

Las fantasías existen, son nuestro patio de juego, es lo que nos permitimos sin que importe cuan políticamente correcta sea.

“50 sombras de Grey” es una película sexista por donde se la mire y están en ella todos los estereotipos de género: hombre joven, buenmozo, muy adinerado y poderoso; chica ingenua, dulce y virgen. Volvemos otra vez a la virginidad, tema que a las mujeres (en cuanto a la sexualidad) nos ocasionó muchas angustias, ansiedades, disfunciones e infelicidades. Los hombres tienen habilitado el goce sin preocuparse de su virginidad; la mujer, no.

En el caso del BDSM (bondage -ataduras-; disciplina y dominación; sumisión y sadismo; y masoquismo), no pasa de ser un juego con reglas estrictas, con consenso, palabras de seguridad, fiestas y bares que hay desde la década del 90. Todo cuidado, entre adultos, con total conocimiento y pautas claras. Muchas parejas ejercitan juegos de roles en la intimidad y lo disfrutan como lo que es, un juego.

En el estreno en Tucumán, la concurrencia fue mayoritariamente femenina, y esto tiene que ver con el ‘permiso’ de la lectura. Podemos leer, ya es un avance; tener fantasías, otro avance; y mostrarlas también. Sí, como estudiosos del tema debemos ahondar en por qué ese público sigue esperando que un juego planteado desde el sadomasoquismo, incluya el amor que redime y termine convirtiendo en bueno a alguien que necesita muchas horas de terapia para hablar de sus conflictos y malos tratos de niño. Es la idea del amor romántico, como en las viejas novelitas de Corín Tellado.

Mucha historia pasó desde entonces, las mujeres nos adueñamos de nuestros cuerpos y decidimos con quién sí y con quién no, cuándo, dónde, cómo. Esto es una vuelta atrás, salvo en algo que puede servir y mucho para nuestros jóvenes, el uso del preservativo, que aparece visible y audible, y no es un dato menor. También se habla de estudios médicos y anticonceptivos.

Creo que las mujeres eligieron ir solas: era su fantasía, su Christian Grey lo que estaba en juego, y por eso creo que muchas de las asistentes se sintieron estafadas. ¡No alcanzó! Cuando la fantasía se realiza, cae. La realidad nunca está a la altura de la fantasía, por eso muchas veces elegimos no concretarlas. Son nuestras, ahí están.

Todo lo que represente un juego enriquecedor para la vida de la pareja y cuente con el consenso de ambos es conveniente. En el libro se habla de sexo vainilla, que es el sexo tradicional, que es el que usa para desvirgar a Anastasia. Lo de vainilla viene porque si entramos a una heladería con variedad de sabores, gustos, colores, de repente elegimos ¡vainilla! Y está bueno, mientras sea el que más nos guste, lo que no impide que probemos otros gustos que pueden enriquecer nuestro paladar.

El mensaje es para parejas adultas, hetero, homo o bisexuales, con sexo consentido y límites claros. Hay parejas que la sola introducción de un antifaz, una pluma, un fetiche como los tacos o las medias red puede ser suficiente, y hay otras que buscan otros placeres. Las ataduras con cuerdas que aparecen en la película, o las esposas o los latiguillos de gamuza, son trasladables perfectamente a la realidad. La idea es que sea sexo entre adultos consensuado, seguro, límites claros y palabra de seguridad.

Creo que es importante que se instale el tema de las fantasías y el erotismo, que se discuta, igual que la pornografía; si no, hacemos de cuenta que no está y no lo hablamos. Y si de hacer educación sexual se trata, sirve para discutir desde los estereotipos de género hasta la violencia, el adueñarse del cuerpo de la mujer, los métodos anticonceptivos, la prevención de enfermedades de transmisión sexual, el erotismo y los valores.

Como película me parece olvidable, pero dada la trascendencia es nuestro deber como educadores sexuales trabajar con ella, discutirla, utilizarla como una herramienta más, en pos de conseguir mujeres que tengan acceso a relaciones desprovistas de violencia, de coerción, equitativas, placenteras, seguras y, si así lo eligen, amorosas.