El disco empieza con “Feeling alright”, el clásico de Traffic compuesto por Dave Mason. Sigue con aquel “Bye bye Blackbird” desbordante de sentimiento que Nora Ephron rescató para el delicioso soundtrack de “Sintonía de amor”. Clausura cada lado del vinilo con standards de Bob Dylan (“Just like a woman” y “I shall be released”) y en el medio homenajea a Nina Simone con la inmortal “Don’t let me be misunderstood”. Canciones exquisitas que ofician de lujoso celofán para envolver el regalo: “With a little help from my friends”, apropiado por Joe Cocker desde Woodstock. El tema de los Beatles le da título al primer disco solista de Cocker, editado en 1969. Fue el primero y el mejor.

Cuando Cocker subió al escenario de Woodstock ya era un veterano que venía cantando desde principios de los 60 y se había colado en el efervesecente ambiente rockero británico a caballo de su Grease Band. La potencia de la voz de Cocker y su dominio escénico sintetizan uno de los puntos más altos de Woodstock, donde versionó a los Beatles y a Dylan sacando cada nota desde las entrañas. Esa entrega, inmutable a medida que pasaron las décadas y su registro se iba cascando, distinguen a Cocker como uno de los crooners emblemáticos del rock y del blues.

El cáncer de pulmón mató a Cocker a los 70 años. La vida fue generosa con él; le perdonó los mismos excesos que se llevaron a sus contemporáneos mucho antes. Sobre el alcohol y la heroína Cocker tenía mucho para contar. Huyó hacia adelante haciendo lo que mejor le salía: cantar. El vocalista trascendió largamente al compositor. Al igual que Rod Stewart, y a su manera, se reinventó una y otra vez poniéndole la voz a clásicos que, en ocasiones, sonaron tan o más seductores que el original.

Cocker fue un amante de la ruta. Sus giras antológicas lo trajeron a la Argentina en plena juventud y en plena madurez. En el medio fue tejiendo discos, algunos muy buenos. En los 80, tiempos de pop jugoso y MTV, dos hits lo hicieron popular entre un público con el que hasta entonces apenas había coqueteado. Un par de hits viralizados por el cine (“Up where we belong”, con Jennifer Warnes, y “You can leave your hat on”, compuesto por Randy Newman y bailado en plan strip-tease de culto por Kim Basinger) le permitieron a Cocker sentirse, definitivamente, una estrella.

Fue amigo y confidente de la realeza del rock. Grabó y tocó con los mejores gracias a la incomparable certeza de ser uno de ellos. La capacidad de tomarse a sí mismo con humor lo salvó de la caricatura. También su humanidad y, por sobre todo, el sentimiento que destiló de cara al micrófono. Allí, en ese mano a mano entre el artista y su audiencia, Cocker demostró que el rock y el blues sólo se entienden cuando brotan del corazón.

Cuatro discos fundamentales

1969
“With a little help from my friends” fue Disco de Oro a ambos lados del Atlántico. Cocker lo grabó junto a grandes músicos.

1974
“I can stand a little rain” incluye la maravillosa “You are so beatiful”. Jim Price produjo el disco, un gran éxito en Estados Unidos.

1975
Las canciones de “Jamaica say you will” salieron de las sesiones del 74. Cocker le sacó brillo al tema del título, de Jackson Browne.

1987
“Unchain my heart” devolvió a Cocker a las ligas mayores. “Isolation”, de John Lennon, es una de las joyas preciadas del disco.

WOODSTOCK
Un setlist histórico

A Joe Cocker y la Grease Band les tocó actuar a las 2 de la tarde del domingo 17 de agosto de 1969, mientras el festival de Woodstock se cocinaba a punto caramelo. Tocaron 11 canciones, desde “Who knows what tomorrow may bring”, de Traffic, hasta el clásico cierre beatle: “With a little help from muy friends”. Apenas concluyeron se largó una tormenta bíblica.