Una cajita musical imaginaria se abre y comienzan a volar imágenes, catálogos, recortes de diarios, recuerdos, nudos en la garganta. Orgullo. La música que se escucha es una mezcla rara, por momentos disonante, contradictoria, pero nunca incoherente. Porque así es la cultura. Y el arcón de los recuerdos del primer centro cultural del NOA lo atestigua.


El domingo cumple 30 años el Centro Cultural de la UNT, ese que, después de dos años de inaugurado, adoptó el nombre de su padre: Eugenio Flavio Virla, el ingeniero que estuvo frente a la casa de Juan B. Terán durante cuatro períodos. “Escuché de mi hermana mayor, Eugenia, que el Centro Cultural era para mi padre la hija predilecta, la luz de sus ojos, y ya lo creo que así era. Mi mamá siempre dijo que tenía sólo una competidora en la vida, y esa era la Universidad”, recuerda hoy, con un cariño inmenso, María Luisa Virla, una de las cuatro hijas del emblemático rector.

Ese fue el rector que el 26 de octubre de 1984 brindó un discurso inaugural memorable (foto 1). El texto, redactado a máquina y corregido a mano por él mismo, será colocado esta noche en una cápsula (foto 4) que será abierta dentro de otras tres décadas. Además de esas palabras, la pieza de acero inoxidable llevará en su interior un catálogo con algunas de las innumerables fotografías de artistas, científicos y pensadores que pasaron por la sala de 25 de Mayo 265.

“Aquí se pondrán ver exposiciones de todas las creaciones representativas del contenido superior. Y llenarán el ambiente las expresiones de la prosa, la poesía, el canto, la música y la danza. Tendremos las manifestaciones plásticas como mensaje sintético y permanente de irrealidades y realidades nacidas en lo profundo del ser del artista (...)”, decía el discurso de Virla, el rector que supervisó dia a día la construcción del centro cultural (foto 3). Y así fue.

En la cápsula del tiempo, que será enterrada en una de las bandejas, figuran también los nombres de los seis directores que gestionaron y dejaron su sello en el espacio. Entre ellos, el farmacéutico Ricardo Somaini, el primer director. “Para Virla el Centro Cultural debía ser lo que finalmente fue. Me tocó estar al frente durante los primeros años y en todo el ambiente artístico había muchísimo entusiasmo frente a la apertura de la sala. Recibí ayuda inesperada de gente que ni conocía, como un señor Gerardus van Mameren, que se había hecho asiduo concurrente al Centro Cultural y que se acercaba para presentarnos artistas jóvenes que después llegaron a triunfar. Nuestro objetivo fue apoyar a todos, siempre que tengan el nivel adecuado”, dice el veterano director que, al comenzar la charla con LA GACETA, dijo: “sí, cumplimos 30 años”. Él, a los 92 años, sigue sintiéndose parte del sueño de la cultura plural, donde tuvieron espacio ciclos como Miércoles de humor (“con grandes contadores de chistes”, en palabras de Somaini) hasta el elevado Café Literario, que arrancó en 1996 y sigue sosteniéndose en la actualidad.

Travesuras
“El Virla”, el apodo cariñoso que ha adoptado el Centro Cultural en la sociedad tucumana, fue siempre terreno apto para la experimentación. En sus salas y pasillos se hicieron todo tipo de travesuras, como la instalación del “Teléfono cultural” o la presencia de las estatuas vivientes de la peatonal para inaugurar el Julio Cultural 1999 (fotos 6 y 7). “Había un teléfono en una de las salas y la gente que venía discaba un número; del otro lado se escuchaba la grabación de una poesía recitada por el propio autor. Eran cosas que se nos ocurrían a nosotros, y que convocaban. El Centro Cultural siempre fue convocante”, recuerda Virginia “Vicky” Ríos, la actual directora.

Las bodas de perla entre el Centro Virla y la cultura tucumana se celebran esta noche. Además de la cápsula del tiempo, habrá un breve concierto del Coro Universitario, recreando el acto inaugural de 1984. También se mostrará un video recapitulando estas tres décadas y tocará la Orquesta Juvenil. El acto comienza a las 20.30 y están todos invitados.


EL ARCÓN DE LOS RECUERDOS

León Ferrari.- El renombrado artista plástico León Ferrari, en una visita a Tucumán, dejó su impronta en el Centro Cultural (foto).

“Como en el living de la casa”.-
“Participé de una comisión que formó Eugenio Virla para aportar ideas para la creación del Centro Cultural. Todo lo que él pensó en ese momento se cumplió. Un lugar abierto a todas las expresiones -siempre y cuando fueran de calidad-, muy convocante, donde siempre hay algo para ver. El auditorio es tal como lo diseñó el arquitecto Jorge de Lassaletta: un lugar íntimo, en el que los músicos nos sentimos como si estuviéramos en una reunión en el living de nuestra casa”, expresó el foclorista Pato Gentilini en diálogo con LA GACETA.

“La negra”, en su paso por el Virla.- En 1997, Mercedes Sosa recibió en el Centro Cultural el título de Doctora Honoris Causa, en mérito a su conducta ética y política. En esa ocasión, la “cantora” dijo: “deseo que en el tercer milenio, los hombres aprendan a vivir en paz y se ocupen de los marginados”.

China Zorrilla, íntima.- En junio de 2000 y en mayo de 2001, China Zorrilla (foto) presentó los intimistas unipersonales “Había una vez” en el Centro Cultural Virla. En esas obras, la actriz uruguaya fallecida este año contaba anécdotas de su siempre resguardada vida privada. En 2004, durante la gestión del rector Mario Marigliano, China fue homenajeada como Personalidad Destacada de la Cultura, en un sencillo acto. La emoción de la actriz era evidente.