Querían dar la sorpresa, deslumbrar a los vecinos con una obra concretada, quizás como golpe de efecto en la antesala del año electoral. De un día para otro comenzaron a llegar las máquinas para remover la tierra, el pasto que tanto cuesta conservar. Algunos se ilusionaron, pensando que por fin la Municipalidad le haría un merecido mimo al principal pulmón verde del oeste de la ciudad. Después, cuando apareció la noticia de que abrirían una calle doble mano para el tránsito vehicular en el parque Guillermina, se encendió la alarma: nuevamente se sacrifica espacio verde y se lo reemplaza por pavimento. Una suerte de déjà vu de lo sucedido el año pasado en el parque Avellaneda, cuando el municipio de la capital abrió la primera cuadra de la Lucas Córdoba.

LA GACETA accedió ayer al proyecto de jerarquización del acceso al parque Guillermina por la avenida Mate de Luna. El fotorrealismo firmado por los arquitectos Diego Murga y Ricardo Hanne, ejecutores de la obra, ayuda a comprender la modificación que se está realizando. Efectivamente, una porción verde de 100 metros de longitud será “comida” del parque para transformar la calle Rufino Cossio en un boulevard de doble mano entre la avenida Mate de Luna y el pasaje Raúl Galán. “La idea es que los vehículos ingresen por Mate de Luna y se estacionen en un espacio delimitado a tal fin. No estamos buscando alentar el uso de vehículos dentro del parque”, explicó Walter Berarducci, secretario de Servicos Públicos, y aclaró que la traza vial actual del paseo seguirá tal cual está, no será pavimentada ni modificada. De todos modos, los autos podrán seguir circulando por esas caminerías de ripio como lo hacen actualmente, ingresando por el ala sur del parque o por los accesos perpendiculares a la Rufino Cossio.

Además del boulevard, la Municipalidad anunció que dotará al parque de nuevo equipamiento como juegos infantiles y mayor iluminación, para mejorar la seguridad del paseo. La nueva traza de la Rufino Cossio contará con una platabanda central que será la portadora de los árboles que hoy habitan en el borde este del parque. Según Berarducci, sólo será necesario remover un ejemplar, pero será compensado con la reforestación general del parque.

Precisamente, el cuidado del arbolado es el tema que llevó al arquitecto Marcos Font, de la Dirección de Espacios Verdes, a supervisar los trabajos en el parque. “En los últimos años plantamos más de 200 árboles en el Guillermina. Sobrevivieron apenas cinco o seis, siempre como consecuencia del vandalismo. Cuesta mucho que un árbol de madera dura, como un roble por ejemplo, consiga crecer -unos 20 años- y por lo tanto deberíamos evitar a toda costa sacarlos”, advirtió. Sin embargo, el arquitecto no pudo precisar demasiados detalles de la obra: “no tengo mayores datos”, se excusó.

A dar explicaciones
La incertidumbre de los vecinos de la zona se convirtió en enojo en el seno de la Comisión de Patrimonio. El martes, el tema fue tratado en la reunión ordinaria del organismo, y se solicitó por escrito a la Municipalidad que brinde precisiones de la obra ya que se está modificando un bien protegido por la ley 7.535 y, por tanto, debiera tener el visto bueno de Patrimonio. “El martes se pidió que se mandara una nota intimando a la Municipalidad a presentar la documentación correspondiente y que se pararan los trabajos hasta que la Comisión tuviera la información necesaria. Están trabajando sin autorización y eso no lo pueden hacer. No conocemos el proyecto y se genera todo este ruido innecesario. Estimo que la estrategia es no responder hasta que la calle ya esté hecha”, reclamó Gabriela Lo Giúdice, arquitecta, docente y miembro de la Comisión de Patrimonio en representación de la Unsta.

En diálogo con LA GACETA, Berarducci ratificó sus comentarios de días atrás: a su criterio, es innecesaria la intervención de Patrimonio ya que lo que se está realizando es una “refuncionalización y una jerarquización” del parque, que no afecta el patrimonio. Más áspera en su respuesta, Lo Giúdice puso en duda el criterio del funcionario: “él es un contador, difícilmente pueda evaluar qué afecta y qué no afecta el patrimonio. A simple vista no encontramos la justificación de esta obra que reduce el espacio verde; son ellos los que tienen que explicar el sentido”, afirmó.

Berarducci admitió haber recibido la nota de Patrimonio y adelantó que el próximo martes un equipo técnico asistirá a la reunión a brindar detalles de la obra. Con esa exposición buscarán aquietar las aguas que fueron agitadas por el secretismo con el que se manejó el municipio en esta remodelación.

MARTA CASARES (ARQUITECTA)
“No queremos sorpresas, los vecinos queremos ser partícipes de los procesos de cambio”

Marta Casares, además de arquitecta y docente de Urbanismo en la UNT, es vecina del parque Guillermina. De la obra se enteró por LA GACETA y por las máquinas, pero asegura que no fueron consultados. “Una práctica democrática debe respetar la opinión de los ciudadanos, consultar qué quieren... son cosas que acá no pasan. Los vecinos no queremos sorpresas, no queremos que nos entreguen una obra a modo de dádiva; queremos ser partícipes de los procesos de cambio. Y sobre todo los vecinos del Guillermina, que tanto hemos hecho para que el parque se conserve”, fustigó. En una vista rápida del proyecto, opinó que se trata de una intervención menor en relación al estado de abandono del paseo, principalmente en su sector sur. “Pareciera que los vecinos de la Mate de Luna son más vecinos que los de la Alfredo Guzmán”, sintetizó.

DANTE DIAMBRA (EX INTENDENTE)
“El parque nació como un parque peatonal, para que la gente vaya a caminar y a pensar”

A sus 90 años, el arquitecto y ex intendente de la capital Dante Diambra Caporaletti no puede dejar de leer el diario y de preocuparse por la ciudad. En 1970 fue el jefe comunal durante siete meses y en su gestión el predio que pertenecía a los herederos de Alfredo Guzmán fue comprado por el municipio y se incorporó como parque. “Fue un esfuerzo grandísimo, porque no teníamos fondos para nada. Pero se llegó a un buen acuerdo y pudimos comprarlo. Hacía 95 años que la ciudad no incorporaba un parque, y lo conseguimos”, remarcó. En un primer momento Diambra interpretó que el boulevard se construiría dentro del parque, alentando el uso de vehículos. “¡Sería una locura! Por contrato el parque nació como peatonal, como un lugar silencioso y tranquilo, para que la gente vaya a caminar y a pensar, no a que la mate un auto”, señaló.

ADA ECHEVARRÍA (ORNITÓLOGA)
“La avifauna no corre riesgos, siempre y cuando no se corten demasiados árboles”

El parque Guillermina es una enorme casa para aves de diversas especies. La pregunta es, entonces, si una obra civil dentro del paseo pondría en peligro las especies que lo habitan. “Siempre y cuando no se corten árboles, los pájaros no corren riesgos, no habría problema”, moderó Ada Echeverría, doctora en Biología y ornitóloga. “Es sabido que las aves están estrechamente ligadas a la vegetación, porque es su refugio, su lugar para nidificar e incluso el alimento de algunos. Cualquier modificación en la vegetación repercute en la vida de las aves. Por eso es fundamental preservar la flora, principalmente la nativa, que es donde encontramos la mayor riqueza de especies”, destacó. Entre las aves que se encuentran en el Guillermina, mencionó benteveos, celestinos, naranjeros, arañeros, chingolos e incluso algunos rapaces.