La crisis que afrontan las agroindustrias, por el atraso cambiario, la recesión y por la presión impositiva, impacta también en la compra y en la venta de tierras. En diálogo con LA GACETA, el presidente de la Cámara Argentina de Inmobiliarias Rurales (CAIR), Cristian Beláustegui, y el secretario, Guillermo Salinas, afirmaron que la pérdida de rentabilidad del agro desinfló los precios de las propiedades rurales. Además, junto con el socio anfitrión del CAIR Marcelo Stagnetto, señalaron que el mercado está paralizado, también por el efecto recesivo de la economía. Sin embargo, advirtieron que las expectativas de los inversores están puestas en el ciclo económico que comenzará con el gobierno que gane las elecciones de 2015.

-¿Cómo marcha el mercado inmobiliario rural?

B: El mercado está desactivado. La devaluación y el conflicto con los fondos buitre, que derivó en el default, paralizaron las operaciones. También influyen la recesión de la economía y la inflación. Hoy se concretan muy pocas transacciones. Los inversores ya piensan en la llegada del nuevo gobierno.

-El freno de la economía, ¿impactó en el precio de las tierras?

S: Hasta fines de 2011, la actividad tuvo buen ritmo. A partir del cepo, los negocios se contuvieron y los precios de las propiedades rurales comenzaron a bajar. Creemos que hasta que finalice el ciclo del actual Gobierno, aparentemente, los precios no volverán a caer.

-El campo reclama el fin de las retenciones, ¿qué opinan los operadores inmobiliarios?

S: Hoy, el campo argentino cobra por las exportaciones un dólar a $ 6,50 y $ 6,70, es decir el dólar oficial menos el 35% de las retenciones. A la par, la inflación y los impuestos siguen en ascenso. Los partidos políticos coincide en que el nuevo gobierno debe bajar las retenciones, principalmente, en las economías regionales. Los hombres de campo no esperan que esto suceda ya, sino de forma paulatina, y que bajen algunas barreras al maíz y al trigo, que se estimule la producción de carne.

-¿Ayudaría otra devaluación?

B: Con un 40% de inflación, una nueva devaluación del peso sería el caos. Ante la suba de precios, los actores económicos se cubren con mayor stock y esto genera un espiral inflacionario que puede terminar en una hiperinflación. Llevar el dólar a $ 10 u $ 11, como dicen algunos especialistas, sería bueno para todos, pero si lo acompaña la inflación no dará resultado. Es una de las encrucijadas del Gobierno.

-¿Qué expectativas tienen los inmobiliarios rurales en la renovación política?

B: Esperamos que el próximo gobierno actúe con moderación, y que le conceda a la agroindustria solamente lo que le corresponde.

S: Cualquier gobierno con dos dedos de frente buscará recuperar la producción agropecuaria. Este Gobierno le muerde la mano al que le da de comer. El éxito de los negocios inmobiliarios están ligados al desarrollo productivo. Si los campos recuperarán su rentabilidad, los inversores aparecerán.