La biografía del entrañable Jaritos devorador de diccionarios está llena de humor. Los lectores saboreamos las quejas y los tomates rellenos de su mujer, Adrianí; los sinsabores de su yerno, el médico Yannis; y el desempleo de su hija doctorada en abogacía.

La cotidianeidad de la familia le permite a Márkaris representar la tumultuosa Atenas. Kostas, un policía que conoció la dictadura, toma distancia de la política griega y muestra crudamente un mundo convulsionado por la violenta modernidad en su efímera pertenencia a la eurozona.

Los casos de Jaritos se encuentran vinculados con las mafias políticas y económicas, con las migraciones forzadas de albaneses y de turcos y con la pobreza creciente de la población. Con el agua al cuello comienza con el casamiento de Katerina y se centra en el asesinato de banqueros. Los indignados aparecen como sospechosos principales y la consigna “No paguéis a los bancos” va a despistar al azorado Jaritos.

Otra de las notas es el humor, a veces negro, pero que no deja de arrancar la carcajada del lector. Resulta fascinante encontrar una Atenas distante de la Atenas clásica, construida románticamente por el turista. Nos movemos por una Atenas sumamente violenta y cosmopolita, casi infernal.

En la literatura policial siempre hay un orden, el de la lógica y la verdad. Nuestro lector de diccionarios Kostas Jaritos, se convierte, por un momento, en el pequeño héroe cotidiano.

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Carmen Perilli