BUENOS AIRES.- Los empresarios Leonardo Fariña y Federico Elaskar fueron procesados -sin prisión- por la Justicia ante supuestas maniobras de lavado de dinero, en el marco de la causa contra el empresario kirchnerista Lázaro Báez.

El fallo fue dictado por el juez federal Sebastián Casanello, quien estableció embargos por $ 35 millones para Fariña y por $ 27 millones para Elaskar. También lo hizo con la vivienda de Avenida del Libertador al 2400 en que residía el “supuesto valijero” con su ex pareja, la vedette Karina Jelinek; con una Ferrari; con una camioneta BMW; con un campo en Tunuyán, Mendoza; y con las acciones de tres sociedades sospechadas.

Se dispusieron otras medidas para establecer el origen de los fondos que manejaban.

Perfiles

Con su procesamiento en el caso Báez, Fariña sumó otro capítulo a su agitado año en materia judicial. Desde marzo, el supuesto valijero está detenido por supuesta evasión agravada.

El juez dijo que en la investigación quedó probado el “vínculo asiduo” entre Elaskar y Fariña. A ambos los considera responsables por “lavado de activos”, según la ley 25.246, delito que prevé una pena máxima de 10 años de cárcel, precisaron fuentes judiciales.

Los procesamientos se produjeron en momentos en que el expediente cuenta con más de 10.000 fojas. Casanello tuvo en cuenta el presunto incremento patrimonial injustificado de ambos procesados; la inexistencia de actividades económicas y comerciales legales; y la vinculación con actividades delictivas.

En cuanto a Fariña, Casanello entendió que un “derrotero” mediático que empezó como “irrupción glamorosa y sorpresiva en el jet set” pasó de la sección “espectáculos a las secciones policiales y judiciales”.

Sobre la base de las pruebas, se fue trazando un perfil que “da la pauta de un cuadro sobre el origen del dinero” que se adjudicó a actividades “delictivas”.

En cuanto a Elaskar se tomaron en cuenta los mismos argumentos, pero con la sumatoria de haber sido dueño de lo que el juez consideró “una cueva”, en referencia a la financiera SGI, en Puerto Madero, conocida como “La Rosadita”. (lanacion.com)