Viejo es una fea palabra. Viejos son los prejuicios, viejo es el pesimismo. Mejor destacar que el teatro “Mercedes Sosa” propone un encuentro entre lo clásico y lo nuevo. El clasicismo de las amplias escaleras de mármol (¡qué gusto volver a recorrerlas para los nostálgicos; qué gusto para quienes las descubrirán!), el espejo de la primera planta, el panorama de la plaza Independencia desde los ventanales. Cuánta clase le imprimió Alberto Prebisch al edificio. Lo nuevo va apareciendo puertas adentro en cada detalle del auditorio, en los camarines orientados hacia la calle 25 de Mayo.

Se habían marchado el gobernador José Alperovich y su corte -quedó descubierta una austera placa en el hall- y por los ambientes circulaba el entusiasmo de la cultura. Sumergido en el foso de la orquesta, Mauricio Guzman lo comparaba con el del teatro San Martín. “Es más corto, pero más ancho, y eso es muy bueno. Además, atrás hay un buen espacio para que los músicos dejen los estuches de los instrumentos y el equipamiento”, apuntaba el titular del Ente Cultural.

Fue una tentación irresistible probar las flamantes butacas de la platea. Las del pullman y las del superpullman son las del antiguo cine Plaza, restauradas por supuesto. En total hay 1.594 ubicaciones. Desde la estética, la elección de los colores y materiales denota buen gusto. El arquitecto Ricardo Salim combinó la madera de los revestimientos con el borravino de tapizados y alfombras.

Mañana, cuando la Banda Sinfónica y los 34 artistas tucumanos que actuarán durante el acto inaugural se unan para ensayar, emergerá una idea acabada de la nueva acústica. Para esa puesta a punto colaboró la cátedra de Sonorización de la Facultad de Artes (UNT). La curvatura del cielorraso se modificó para contribuir a la calidad de la caja sonora.

Raúl Armisen se puso el traje de administrador -el lunes le habían dado la llave del teatro- y ofició de anfitrión. La de ayer fue una mañana de formalidades; lo que viene es mucho trabajo para que el “Mercedes Sosa” cobre vida y funcione bien. Para eso hará falta manejar una cartelera variada y de calidad; propia o coordinada con productores independientes. Armisen se entusiasma cuando anticipa las visitas de Antonio Gasalla con “Más respeto que soy tu madre” o de Les Luthiers. Números fuertes.

Mientras tanto, Oli Alonso -director técnico- ajusta detalles y las gestiones ante el Ministerio de Planificación Federal se aceleran, a la espera del equipamiento definitivo de la sala.

El sábado, el ingreso al espectáculo de Maximiliano Guerra y la Banda Sinfónica será sólo con invitación. Una especie de avant-premiere para esta segunda época del querido y emblemático Plaza. El domingo, cuando Gustavo Santaolalla pise el escenario (ver “...con entrada gratis”) la máquina estará definitivamente en marcha.