En el barrio Victoria los vecinos están atemorizados. Saben que cada vez que deben que cruzar por la plaza Almirante Brown algo puede pasar. Completamente a oscuras, es el espacio preferido por los delincuentes para atacar. Anoche, la estudiante jujeña Melani Eliana Williams fue asesinada de un puntazo en el tórax y se sumó a la larga lista de casos de inseguridad, que cuenta con un antecedente inmediato: la muerte de un delincuente a manos de un policía, después de resistirse a un asalto.
A la mañana siguiente del asesinato, las huellas del ataque todavía persisten en el pavimento tanto como el temor a contar lo sucedido en la esquina de Miguell Lillo y Vieytes. A metros del lugar del crimen una leyenda en aerosol delata a "Pichi" Mendoza, el principal sospechoso buscado por la policía.
Pocos los que se animan a relatar otra noche de furia. "Son los dueños del barrio", dice al pasar un vecino que no quiere develar su nombre, pero que brinda detalles sobre los grupos de jóvenes que cambiaron la fisonomía de la zona.
Mientras algunos curiosos se acercan hasta la cámara de LA GACETA, el desfile de motos con miradas desafiantes deja en claro que se está en el lugar indebido. Todos los vecinos consultados señalan a "Pichi", un conocido delincuente que vive a metros de villa La Vaca y de la pensión que había elegido Williams, debido a su proximidad con la Quinta Agronómica.
"Fue el 'Pichi' Mendoza. Aquí a todos los asalta, les hace cosas. A mi hija le puso u cuchillo en el cuello y le quitó dos pesos. A todos les hizo daño. Esta es una plaza de nadie. Rompen los focos y uno tiene que salir a pelear. La policía pasa y no les dice nada. Los tienen que correr, pero ellos siguen. A toda hora asaltan. El otro día entraron al dispensario y les robaron a todos", reclama Damián Vallejos, uno de los primeros que intentó asistir a la estudiante atacada.
"Los arrebatos ocurren a cualquier hora. Los drogadictos están en todas las esquinas. Hace uno días a una chica la manosearon para sacarle el celular. En la cuadra de mi casa robaron tres veces la semana pasada. Esto es de todos los días. De día y de noche. Son conocidos por todos, incluso por la policía. Hay menores de edad, pero no son todos", lamentó Marta Luna, que vive a 200 metros de la temida plaza y que venció el miedo para brindar su testimonio.
"Le tomé el pulso y apenas lo sentía. Tenía los ojos vidriosos y estaba muy pálida. Una amiga le hablaba y lloraba. Luego se murió". El que describe es Damián, un cincuentón que fue uno de los que trató de reanimar a la joven de 23 años.