“No me sorprendió para nada que fuera elegido Jorge, es más, lo estaba esperando”, reconoce el rabino Abraham Skorka, amigo personal de Francisco, que vino varias veces a Tucumán invitado por la Kehilá y el Diálogo Interreligioso de Tucumán. “Lo conocí en la segunda mitad del 90 y trabajamos juntos en el Diálogo Interreligioso, hicimos un programa de televisión y escribimos un libro juntos - ‘Sobre el Cielo y la Tierra’. Sigue siendo el amigo de siempre y hasta hemos almorzado juntos, a solas, algunas veces. Por eso tampoco me extraña que instale el valor del diálogo, con su sentido de escucha y de contención, como una llave para destrabar conflictos”, confiesa el rector del Seminario Rabínico Latinoamericano de Buenos Aires.

Conocedor del Bergoglio íntimo, amigo y hermano, Skorka puede decir que el papa “es una persona luchadora, que no acepta medias tintas. Incluso en temas difíciles, como el de los homosexuales. Si bien no puede ir contra la doctrina, sí creo que va a cambiar la actitud de la Iglesia para con ellos”, confía.

En un año de su pontificado, lo que Skorka conoció de Bergoglio, lo ve ahora todo el mundo. “Desde que era cardenal hizo críticas, lo que no cayó bien en el gobierno. Pero esta es la misión del profeta; Bergoglio habla en un idioma profético, no político. Los profetas siempre criticaron a sus líderes, a los reyes, basta recordar a Jeremías y a Amós. Y eso le costo que los 25 de mayo primero el presidente Kirchner y después la presidenta Cristina Fernández no fueran a la Catedral a escuchar el Tedéum, ni aún en los 200 años. Bergoglio no cambió en nada su forma de ser. Sigue hablando a través de los evangelios y criticando como lo hacía Jesús, denunciando la realidad”, dice. “En lo personal, Bergoglio me dio ejemplo de su coherencia, su humildad, su mantenerse inamovible en sus convicciones y todo eso me dio el combustible para reforzar mi propia interioridad”.