El deportista sabe mejor que nadie cuando una situación es grave. Existe alguna clase de instinto, un sexto sentido que arroja un diagnóstico inmediato y casi infalible. A Gonzalo Manso, por ejemplo, le anticipó que ese crack que sintió apenas un rival se le cayó encima y le apalancó la pierna lo dejaría un buen tiempo sin jugar. Lo que no le especificó fue que estaba más estropeado de lo que pensaba: rotura de ligamentos del tobillo izquierdo y fractura de peroné. Flor de combo.
"Fue un dolor asqueroso (sic). Nunca sentí una cosa así. Por eso estaba seguro de que me había roto algo, pero no pensé que se me habían cortado los ligamentos", se retrotrae el hooker de Tucumán Rugby a ese partido fatal con Los Jaguares en Rumania.
Ese interminable paréntesis de nueve meses devolvió un "Polaco" entrenado en el Pladar de la paciencia. Se sabe que el tiempo le hace la contra al que está apurado, así que al muchacho no le quedó otra que ponerse en modo hibernación y enfocar la atención en cualquier otra cosa.
“Me quemaba la cabeza no poder jugar. No se pasaba más el tiempo. Al principio, cuando me operé, no podía hacer nada. Estaba todo el día en cama. Me tuvieron que poner unos clavos para solidificar bien los huesos, y después andaba en muletas. Entonces aproveché para meterle pilas a la facultad. El tema es que yo estudio Educación Física, así que hubo cuestiones prácticas que tuve que rendir después. Me fue bien porque no podía hacer otra cosa que estudiar, jaja”, se ríe de su desgracia.
Y un día Gonzalo estuvo listo para volver, académicamente más avanzado y despojado de ese miedo que suele embargar al que sufre una lesión como la suya. “Es que extrañaba tanto jugar que ni me puse a pensar en eso. No veía la hora de entrar de nuevo a la cancha. Aparte, si vas a estar pensando en que te vas a golpear, entonces mejor no juegues al rugby”, sostiene el “verdinegro”, que con piel de Jaguar celebró su regreso con la conquista de la Copa Patagonia, ya bajo el mando de otro tucumano, Bernardo Urdaneta. “Nunca terminás de aprender con él. Tiene los objetivos muy claros y les presta mucha atención a los detalles, que son los que terminan decidiendo si ganás o perdés. Te pone un techo y en el próximo partido ya te pone uno más alto”, describe al entrenador.
De todas modos, ahora es momento de calzarse otra vez la “verdinegra” y pensar en el desafiante Nacional de Clubes que comenzará en nueve días: “en el club estamos muy ansiosos y con ganas de jugar. Va a ser una cosa tremenda, así que nos estamos entrenando mucho para estar a la altura. Nos tocan tres viajes difíciles seguidos en la primera parte, pero vamos a poner huevos para hacer un gran campeonato”.