En el año 1904, una serie de circunstancias llevaron al joven Joyce a desembarcar primero en Pola (Yugoslavia), y luego en Trieste. El azar quiso también que en el año 1907 conociera a Ettore Schmitz, un caballero judío germano, de 46 años, quien, antes de la Gran Guerra, había publicado sin mucho éxito dos novelas, algunos cuentos y un esbozo teatral, pero que a la sazón se encontraba apartado de la escritura, desalentado por las malas críticas. Fue en ese tiempo que Italo Svevo se acercó a la Escuela Berlitz de lenguas por una razón práctica, necesitaba lecciones de inglés comercial para sus transacciones. Svevo era socio-gerente de una compañía que fabricaba una novedosa pintura anticorrosiva para barcos. Allí conoce a un excéntrico profesor dublinés, de 22 años, James Joyce (Svevo lo bautizaría como il mercante di gerundi), con quien entabla una amistad que perdura hasta 1928, cuando Svevo es mortalmente atropellado por un automóvil, en su ciudad.

Svevo es hijo de la escisión triestina. La dicotomía dominante entre lo itálico y lo eslavo-germánico está plasmada en su paradójico seudónimo, Italo-Svevo. Su creación se vio alentada y fortalecida, incluso publicitada, por la amistad con Joyce. En el momento en que se conocen, el triestino había asumido su fracaso como narrador: “no hay unanimidad más perfecta que la unanimidad del silencio”, confiesa, “Sólo podía llegar a una conclusión, que yo no era un escritor”. Sus dos novelas Una vida (1892) y Senilidad (1898) habían sido publicadas diez años atrás bajo el seudónimo de “Ettore Samigli” (que luego se convirtió en Italo Svevo). Llevaba un buen tiempo como alumno de inglés de Joyce, cuando le cuenta que escribe. Joyce se ofrece a leer su obra en forma crítica y honestamente queda sorprendido; percibe la transición del realismo imperante hacia una nueva perspectiva de lo real, más analítica, introvertida y adusta, centrada en la visión de un personaje desde adentro, con una efectiva carga irónica. También reconoce Joyce su acierto en impartir un genuino sabor triestino, incluyendo nombres propios y frases en dialecto (justamente aquellos elementos que los críticos puristas italianos habían rechazado). Gracias a esta amistad, Svevo retoma la escritura con nuevos ímpetus, y en 1923 publica su obra cumbre, La conciencia de Zeno.

Si Joyce fue importante para Svevo, Svevo también lo fue para el irlandés: “Joyce… tenía sus razones para prestar atención particular a los estímulos que recibía de Svevo, dado que el método narrativo de éste –el del auto empequeñecimiento seguido de la autorrendención a través del humorismo- estaba jugando un papel en la concepción de Leopold Bloom, que ya iba cobrando forma. Por lo demás, la novela anterior de Svevo, Senilidad -para cuya posible traducción inglesa Joyce había propuesto el título de As a Man Grows Older (Según un hombre envejece)- había abierto una perspectiva nueva para el tema del hombre maduro (en realidad, de sólo treinta y cinco años) enamorado de una mujer más joven”.

En 1915 Joyce se muda a Zurich, pero siguen comunicándose a través de cartas. En 1924 Svevo le envía a Joyce una copia de su última novela, La conciencia de Zeno (1923). Se siente desilusionado por la fría recepción de su obra en Italia y arrepentido por haber reincidido en la aventura literaria a los 60 años, cuando ya no podía correr riesgos de ridiculización. Joyce nuevamente lo alienta “Es por lejos tu mejor libro” y lo recomienda a críticos y editores amigos, entre ellos T.S. Eliot.

Uno de los asientos epistolares más interesantes es el de febrero de 1924. Joyce le comenta a Svevo que está haciendo uso del nombre y del cabello de su esposa Livia Schmitz, (Signora Svevo) en la construcción de la heroína de su nuevo libro Finnegans Wake (1937): Anna Livia Plurabelle. No obstante, le pide que tranquilice a su señora: no hay ninguna referencia incómoda, sólo la identificación de su cabello con el río que atraviesa Dublín, el Liffey. Después de un tiempo, Joyce le comenta a un periodista italiano: “dicen que he inmortalizado a Svevo, pero también he inmortalizado los rizos de Signora Svevo. Éstos son largos y de un tono castaño rojizo. El río de Dublín pasa por teñideros, y por eso tiene agua rojiza. Traviesamente, he asociado esas dos cosas en el libro que estoy escribiendo.”

El registro de la amistad ha quedado en epístolas, misivas y en la única obra ensayística de Svevo: Escritos sobre Joyce (1990), testimonio del entramado de esta filiación literaria entre dos nombres fundamentales de la literatura del siglo XX.

En 1929, Joyce le escribe desde Paris al editor de la revista literaria “Solaria”, agradeciéndole que lo hayan incluido en un homenaje al ya fallecido Svevo: “Siempre me será grato pensar que la fortuna me ha concedido la ocasión de haber jugado un papel, por mínimo que fuese, en la acogida que el público suyo y el internacional han brindado a Svevo en los últimos años de vida. En cuando a mí, conservo el recuerdo de una persona querida y una admiración de larga data que con el paso de los años, en lugar de debilitarse, madura. París, 31-V-1929. James Joyce.”

© LA GACETA

María Eugenia Bestani

Profesora de Literatura inglesa de la UNT.

BIBLIOGRAFÍA:

ELLMANN, Richard. James Joyce. Oxford: OUP, 1983.

JOYCE, James. Giacomo Joyce. Londres-Boston: Faber and Faber, 1983.

MADDOX, Brenda. Nora. Londres: Hamish Hamilton, 1988.

SVEVO, Italo. Escritos sobre Joyce. Barcelona: Ediciones Peninsula, 1989.

SVEVO, Italo. La conciencia de Zeno. Buenos Aires: Longseller, 2005.

SVEVO, Italo. La historia del buen viejo y la hermosa muchacha y otros cuentos, Trad. Roberto Raschella. Buenos Aires, Ed. Losada, 1998.