Las especulaciones políticas después de los comicios son muchas, lo único cierto es el resultado, detrás del cual sólo hay hechos contundentes. Uno de ellos es que el alperovichismo consiguió más de los 30.000 votos con los que suponía que podía lograr tres de las cuatro bancas en juego. Con respecto de las PASO del 11 de agosto, la lista alperovichista obtuvo 43.060 sufragios más (411.860 contra 368.800). Para retener las tres hubiera necesitado 63.000 más; es decir, llegar a 474.500 sufragios. Pero no le alcanzó la tremenda movilización y no pudo porque, básicamente, el Acuerdo Cívico y Social logró polarizar la elección: aumentó en 117.000 su caudal de votantes (de 186.828 que obtuvo la lista de José Cano en agosto pasó a 304.521 el domingo). La ciudadanía vio en el senador radical al verdadero adversario del gobernador, José Alperovich, plantándolo como el real opositor al Gobierno provincial. Los números revelan, además, curiosamente que ambas fuerzas políticas aumentaron sus votantes. Paradójicamente, el FpV mejoró en la Capital y en Yerba Buena pero sucumbió igual. Trancas fue la única localidad donde el oficialismo mermó los sufragios (79). A las certezas matemáticas hay que añadirles la rareza política de festejar el haber ganado la elección perdiendo una banca de diputado. El dos a dos fue de esos empates que celebra el que va perdiendo hasta el minuto 90. La transición hacia 2015 empezó ayer con estos datos que, proyectándolos, permiten al alperovichismo -o al peronismo- soñar con mantener la gobernación y advertir una Legislatura más dividida, y al canismo -o al radicalismo- aspirar a ganar la intendencia capitalina. Sobre estos datos están parados. Habrá que ver cómo crecen o cómo tratan de frenar al adversario.