A pocos días de los comicios de octubre, la sociedad argentina asiste a un mar revuelto de interpretaciones que pueden trazarse en torno a las distintas propuestas electorales.

El acercamiento de nuestra Presienta a los medios de comunicación ha colocado en jeque a la tradicional estrategia hasta ahora utilizada. Pareciese que el tono discursivo deja ver la esencia individual que existe detrás de una investidura. ¿Por qué el cambio?

La palabra obsecuencia, del latin obsequentia, da cuenta de la condescendencia. La pregunta es: ¿qué tipo de condescendencia se aplica cuando se actúa de manera tal que se espera determinado accionar del otro? No se trata de una serie de acciones libres sino mas bien encaminadas a la consecución de un propósito. Se busca ingresar en el pensamiento del otro y modificarlo, casi a través de la persuasión. ¿Será un estado de doble ánimo?

"El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos". (Santiago 1:8). Según la Real Academia Española coexisten dos emociones o sentimientos opuestos en un mismo sujeto, se muestra de una manera y realmente es de otra. Esta alteración de la personalidad coloca en situación de incertidumbre a quien intenta decodificar el mensaje. En este sentido, la ambivalencia lejos de conseguir el resultado esperado en el receptor, torna en confuso el mensaje expresado.

En el mismo juego

La oposición no escapa del mar de confusiones que ha despertado en la ciudadanía. Aún siguen en pie las "grandes pequeñeces" que frustran alianzas estratégicas, no ya montadas tan solo frente a un modelo sino mas bien, uniones genuinas que abracen proyectos de posicionamiento global de nuestro país en el mundo.

¿No será éste el tiempo para hacer caer los velos de la obsecuencia? Obsecuencia con uno mismo, obsecuencia con el prójimo, el próximo, el otro, mi alter ego.

Los resultados de las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) han obligado al oficialismo a modificar drásticamente una serie de mecanismos comunicacionales que, por de pronto, denotaron consecuencias no deseadas. Por su parte, la oposición no hace el gran papel ejemplificativo, más bien aún navega mar adentro, en las profundidades del excesivo protagonismo que no le permite tejer ideas sino despertar disputas de cargos.

Aprender a escuchar
En una etapa evolutiva donde se pasa a una esfera superior, la característica fundamental es saber escuchar al otro, a la sociedad civil y no a uno mismo. ¿Qué espera la sociedad de particular para nuestro país?, ¿cuáles son los cambios trascendentales por los cuales vela? Y no ¿qué quiero yo que el otro escuche de mi y cómo consigo modificar su pensamiento?

La escena del baile de máscaras de los Capuleto en "Romeo y Julieta", es un claro ejemplo que utiliza la comedia para aliviar una de las grandes tragedias de la literatura. Las máscaras son ficciones pasajeras poco sustentables en el tiempo.

La mitología de la caverna en la República de Platón abre un espacio para el consejo a los políticos. Por un lado se presenta al filósofo gobernante que pertenece al mundo inteligible superior, donde el principio del ser es fuente de realidad. Es un ser rico en virtud y sabiduría. No tiene apetencias de poder. Por el otro, está el dirigente político. Los gobernados se desenvuelven en el mundo sensible, mundo plagado de copias imperfectas, de sombras y apariencias del mundo inteligible.

El verdadero líder político desciende a la caverna. Ese lugar oscuro donde la poca luz solar que penetra, proyecta la sombra de objetos artificiales. Descender implica predisposición a oír al otro. No hablamos de "vender una imagen" sino de "convertirse en ese otro" que en definitiva es mi alter ego.

Oposición y oficialismo tienen la oportunidad histórica de mostrar esencia y no apariencias. La sociedad argentina no es la de antes. Pondera, evalúa antes de tomar decisiones. No consume todo lo que le venden.

Esperemos que la teoría platónica no se haya invertido: gobernantes en la caverna y pueblo en el mundo inteligible. ¿Se habrá percatado la clase política?