En la tierras al pie del cerro San Javier, hace más de siete décadas, nació Ramón Morales, verdulero por vocación (una herencia de sus abuelos) y atleta por hobby. Muchos lo conocen como "El Pelao". Muchos dicen de él que, no conocerlo es como no conocer Yerba Buena. 

Son las 17.45 de un martes. Con su ropa de entrenar, espera a LG Deportiva afuera de su casa. Con una sonrisa, nos hace pasar al comedor, donde nos presenta a su esposa, María Lía Ponce, de quien dice con simpleza y contundencia: "es el amor de mi vida". Arriba de una mueble se observan trofeos, copas y medallas, quizás más de un centenar. Sobre la mesa, recortes, fotos y hasta una caricatura cuando cumplió los 50 años de "corredor". La fecha: 13 de marzo de 2011. El motivo: la maratón que lleva su nombre. Don Morales, todo un caballero, abre las puertas a su humilde casa, en la que en el fondo tiene una huerta. Adelante está la verdulería. Justo al lado, vive una de sus hijas.

En la calle Las Higueritas del barrio Horco Molle vive este hombre que hizo mucho por su ciudad. - Su historia es muy rica...- Lo único que puedo decir es que soy verdulero de alma, tarea que se transmitió en la familia de generación en generación. Allá por los años '20 del siglo pasado la inició mi abuelo. Lo siguió mi papá, que vendiendo verduras conoció a mi mamá. Lo mío comenzó en 1956. Y también vendiendo conocí a mi esposa, la cual me dio cinco hijos maravillosos. Y esto hoy me permite disfrutar de 12 nietos. Me decían "El Negrito", así me conocían todos en la zona de Marcos Paz y El Corte. Comenzaba a las 4 de la mañana, yendo en mi camioneta al mercado de Abasto. Allí conseguía las mejores hortalizas, porque el cliente para mí es lo primero. En la década del '80 tenía una parada fija, sobre la avenida Aconquija. Ese era además un lugar de reunión de amigos. Todos nos respetábamos. Instalé mi verdulería con mucho sacrificio y trabajando a la par de mi esposa. Así estudiaron mis hijos. Yo les decía: si van a ser verduleros, que sea con título. Y hoy estoy muy contento por la familia que formé. Máximo es ingeniero agronómo; Diego -el más chico y que jugó al rugby-, está a pocas materias de seguir los pasos de su hermano. También tengo tres mujeres: Verónica es docente, Gabriela guardiacárcel y la más grande de todas, Marisa, tiene un puesto en el Mercofrut. Ahora ya no me levanto a las 4, sino a las 7, porque por telefono ella me soluciona todo. Siempre agradezco a Dios por lo que me dio.

-¿ Cómo comenzó su contacto con el deporte?

- Yo nací en el barrio San Remo, aledaño a los paredones de la cancha de Unión Aconquija, así que antes de correr, fui futbolista en ese club (mi nieto Ezequiel juega allí) junto a Hugo Roldán. Los dos luego pasamos a ser atletas. Hace poco él falleció en Buenos Aires, donde se había ido a vivir. Cuando algún atleta iba a competir allá, él le habría las puertas. Yo me enamoré del atletismo y es un amor que ya lleva más de 50 años.

- Hay una maratón que lleva su nombre...

- Sí, se hizo para cuando cumplí justamente los 50 años corriendo, el 13 de marzo de 2011. Fue una idea de Lucas Cerúsico.

-¿Cómo es eso de haber ayudado a la creación del hospital Carrillo?

- Junto a unos amigos armamos un grupo al que llamamos "Amigos del Carrillo". Así que comenzamos a hacer caminatas. Compramos en el '87 un terreno a 9.000 dólares, donde está hoy emplazado el centro asistencial. Una vez efectuada la compra, nos pusimos a buscar los materiales. Hice otra caminata, que se llamaba "La semana del ladrillo" y se les mandó notas a todas las escuelas. Y acompañados por los vecinos y médicos, los recolectábamos con un camión. Cuando se terminó de construir, escuché al doctor Federico Romano Norri que se necesita un aparato para hacer electrocardiagramas, así que hablé con Don Costas que trabaja en el Siprosa y le comenté que iba a hacer otra caminata. Y me dijo que adelante. Junté en ese tiempo 2.500 pesos y el resto lo pusieron ellos. Hay una plaqueta en el nosocomio, y cuando es el aniversario siempre me tienen en cuenta.

- ¿Cuáles son sus grandes placeres y gustos?

- Primero tener a mi lado a María, que me dio una hermosa familia, que es mi orgullo y mi felicidad. Luego mi hobby, que es correr todos los días, no importa del clima, me hace sentir muy bien. También mi ciudad, Yerba Buena, a la que no la cambio por nada en el mundo. Mi comida preferida, las empanadas de carne y mondongo que hace mi esposa. Mi mejor amigo, Dios. Y, por qué no, escuchar un buen tango.

- ¿Qué significa para usted tener todos esos premios?

- Es una alegría, porque indican que puede llegar a una meta, aunque lo haya hecho por gusto. Nunca busqué, ni busco una marca ni ganarle a alguien: lo hago para sentirme muy bien. A esta altura de mi vida ya no me exijo en algo que no voy a poder hacer, como en otros tiempos. Mi cardiólogo, Roque González, me ordenó que haga distancia cortas, ya no largas. Así que cada 15 días nos juntamos los Master en la pista del CEF 18. Y la verdad es que cualquiera que va se sorprende de la gran cantidad de gente que compite, tanto varones como mujeres.

- ¿Cómo es un día suyo después de correr?

- Por ejemplo, luego de competir en 1.500 metros, al otro día estoy trotando un poco, para relajarme; hago unos 8 kilometros en la avenida Perón. Yo siempre entreno solo. Y el profesor Miguel Medina es quien me da una rutina para hacer en la rotonda.

-¿Y un día a día suyo?

- Como dije, antes, cuando iba al Mercado de Abasto, me levantaba a las 4. Pero gracias a Marisa eso cambió y ahora estoy en pie a las 7. Primero tomo un café con leche. No me gusta quedarme quieto o sentado viendo televisión. Al contrario, atiendo la verdulería y luego me dedico a mi huerta, donde tengo distintas hortalizas. Almuerzo, duermo unos minutos la siesta y luego salgo a correr. A eso de las 19 otro café con leche y más tarde la cena, habitualmente una ensalada verde y frutas. El domingo es para mi familia, aunque a veces corro alguna prueba a la mañana o a la tarde. Me doy tiempo para disfrutar todo.

- ¿Pudo hacer dinero?

- Nunca tuve esa ambición. Me conformé con tener un techo para mi familia, ser feliz con los vecinos y con la comunidad.

PUNTO DE VISTA
Por siempre joven
Por Lucas Cerusico, atleta
En él está la esencia del corredor. Lo que hoy está de moda fue su estilo de vida desde siempre. Su espigada figura haciéndolo por alguna calle de Yerba Buena ya es parte del paisaje de nuestra ciudad, es parte de la historia. Es un inspirador de cientos de amigos que decidieron correr a partir de su ejemplo. Su imagen es el reflejo de que en la vida uno es lo que decide ser y él eligió ser atleta.