Imagínese instalado en un recibidor, esperando el turno de ser atendido por el doctor Gabriel Batistuta. A priori puede resultar una hipótesis absurda, pero no lo es. Al menos, no tanto. En Tucumán, por ejemplo, no hace falta manejarse en círculos muy exclusivos para acceder a una de las grandes figuras de la historia de Los Pumas. Es cuestión de ir a Yerba Buena, al consultorio del doctor Santiago Mesón, médico oftalmólogo que supo ser heredero del botín de Hugo Porta

"Por lo general, los hijos de mis pacientes no tienen idea de quién soy. Pero sí, la gente me reconoce mucho. Y es lindo, porque es un halago a lo hecho en mi carrera deportiva", sonríe el hombre de chaqueta inmaculada, que ha dejado por un rato su consultorio y está otra vez en el césped de Tucumán Rugby, donde todo empezó.

La elegancia de su juego se sintetizaba en su diestra. La guinda se despegaba del suelo como sesgada por el filo de un guante blanco, sin violencia, pero con la fuerza y precisión necesarias para caer detrás del horizontal. Así lo llamaron: "El Guante".

El comienzo

"No sé, era muy natural para mí, porque comencé a patear desde muy chico. Vivía cerca y me venía todas las siestas a practicar. Y con el tiempo y la experiencia me fui soltando mentalmente, lo que completó el combo que debe tener todo pateador: técnica, práctica y sobre todo aplomo mental", ilustra quien prefería la arena al tee. "Sentía que tenía más control", explica.

"Yo pude estudiar porque en aquella época el rugby no te demandaba tanto tiempo. Hoy se hace difícil llevar una carrera o una profesión y al mismo tiempo jugar en un nivel de alta exigencia. Lo más probable es que te enfoques más en alguna de las dos cosas", apunta Santiago, y da pie al debate.

"Algunos chicos se inclinan demasiado hacia el rugby, pensando que es la salvación, y no necesariamente lo es. Hay que tener en cuenta que la vida del deportista es muy corta, y cuando termina, todavía te queda mucho como para no tener una alternativa. Por eso, en la medida de lo posible, es valioso que se labren una profesión", aconseja.

Un privilegiado

Mirando en retrospectiva, se siente privilegiado. "Si jugara hoy, es probable que no hubiera sido médico; habría sido el error más grande de mi vida. Por eso agradezco haber nacido donde nací, en el tiempo en que nací. Porque viví cosas increíbles con el rugby y hoy tengo una profesión que me dignifica y gratifica día a día", valora.

Por otro lado, asegura que no le gusta analizar a los fullbacks de hoy ("el rugby ha cambiado mucho, no solo en las reglas, sino en la forma de jugar") y que le tiene mucha fe a la "naranja" para el Argentino. "Creo que volverá a ser un equipo competitivo, como lo marca su historia. Tucumán es Tucumán".

PUNTOS DE VISTA

Talento puro

Por Willy Lamarca, entrenador de Mesón en Tucumán Rugby y en Los Pumas

Yo lo tuve desde que debutó en primera. Como persona, era un chico muy bien educado y un excelente compañero. Y como jugador, Santiago era un talentoso. Tenía una estética distinguida. Lo suyo era una destreza física natural, con las manos y con los pies. Por su efectividad hacia los palos, era una pieza muy importante dentro de aquel Tucumán Rugby en el que tuvimos la suerte de estar. Porque ese equipo era un verdadero concierto. Santiago hacía pareja de centros con "El Zorro" (Pedro) Gauna, pero también estaban su hermano Patricio, Ricardo Sauze, Federico Williams, Martín Terán, Eduardo García Hamilton, Ricardo Le Fort...un equipazo. Era una alegría estar con ellos.

Pero más allá de sus virtudes rugbísticas, lo más importante de Santiago es el espíritu del rugby que hubo y hay en él. A pesar de los años que pasaron, él lo sigue manteniendo.

Gran persona

Por Alejandro Petra, entrenador de Mesón en Tucumán y en Los Pumas

Todo hubiera sido diferente si él no se lesionaba antes del Mundial de Sudáfrica, en 1995. Para Los Pumas hubiera sido muy importante que él estuviera, por la efectividad que tenía hacia los palos. Eso es justamente lo que nos faltó en ese certamen. 

Santiago siempre fue un gran jugador, y en mi caso como entrenador traté de darle lo más que podía. Era muy confiable en las patadas. Si había cinco penales, casi seguro que eran 15 puntos a favor. 

Y como persona siempre fue excelente. Santiago era un profesional del amateurismo. Más importante que su calidad como jugador, era la seriedad con la que se tomaba las cosas. 

A la gente del rugby no hace falta explicarle quién es Santiago Mesón ni de qué clase de persona se trata, porque todos lo saben perfectamente.