A pesar de la desgracia que vivieron el domingo al mediodía, cuando los ladrones robaron en su casa, Paola Cuezzo y David del Bueno juntaron fuerzas ayer y se levantaron para intentar seguir adelante. Enfrentar el día no fue fácil para el matrimonio, después de semejante ultraje que padecieron frente a los delincuentes. Antes de huir de la vivienda, con los objetos robados, uno de los ladrones tuvo la desfachatez de amenazarlos con matar a la hija adolescente.

La noticia se publicó en LA GACETA y en el barrio Echeverría todo el mundo habló del tema. Los ladrones se habían llevado los $ 20.000 que tenían ahorrados para una cirugía del corazón, que David todavía debe afrontar por su problema de salud.

Con esfuerzo habían logrado juntar uno a uno los billetes de $ 100, que tenían guardados en una pequeña caja de madera que estaba en el placard de una habitación. Pero, desgraciadamente, los ladrones hallaron el escondite y se llevaron el dinero. Además, se robaron los anillos de casamiento y otros objetos de valor.

La historia conmovió a muchos lectores. La noticia fue una de las más vistas en la edición LAGACETA.COM. Impotencia, bronca y desazón dominaron los comentarios de los foristas durante todo el día. A la tarde, una lectora llamó a la Redacción del diario para anunciar que quería hacer una donación de $ 20.000.

Puso una sola condición: que no se hiciera pública su identidad. Estaba dispuesta a ayudar al matrimonio daminificado, pero en total anonimato.

La mujer hizo llegar a LA GACETA los $ 20.000 para que, a su vez, fueran entregados en mano a David y Paola. Los billetes estaban preparados en dos fajos, y llegaron dentro de un sobre de papel marrón.

Luego, un equipo de LA GACETA se dirigió a la casa de la pareja, ubicada en Venezuela al 2.400 para cumplir el compromiso asumido. Eran las 18.30, cuando llamaron a la puerta, pero en ese momento, la pareja no estaba. "Han salido a hacer un trámite, y volverán como en una hora", respondió una mujer allegada a la familia.

Había que esperar a que regresaran. Mientras se aguardaba afuera el regreso de Paola y David, en la esquina de Venezuela y Saavedra había una guardia policial que se instaló ayer para custodiar la zona. La espera se prolongó aún más, mientras la hija adolescente desde adentro de la casa quería indagar de qué se trataba la visita de LA GACETA. Paola y David la habían dejado al cuidado de la abuela y con las puertas cerradas con llave y con candado.

Alrededor de las 20.30, la pareja regresó a la casa. Ambos se bajaron de la moto y entraron a la vivienda. Una vez adentro, escucharon la buena noticia sobre la donación del dinero de parte de una lectora de LA GACETA. Un nudo en la garganta pareció sentir Paola, emocionada y a la vez paralizada por la sorpresa. "Hoy tengo más esperanza. Hoy sé que Dios existe", dijo con el llanto contenido. "Existen los milagros. Siempre le pido... -agregó Paola-, voy todos los 19 a San Expedito. Anoche le dije que él me iba a dar el doble de lo que me llevaron. No hay mal que por bien no venga", alcanzó a decir con un hilo de voz entrecortada por la emoción.

A su lado, David se contuvo la emoción. "Muchas gracias a ustedes que hicieron público y a este señor o señora, que Dios lo bendiga", dijo en un tono sereno. "Mañana (por hoy) voy a entregar este dinero, porque lamentablemente no se puede tener nada en la casa", advirtió, mientras revisaba el obsequio solidario. Paola se secó las lágrimas con la palma de la mano y agregó: "quisiera hacer un agradecimiento a esta señora. Que Dios la bendiga. Se merece el cielo, se merece todo lo bueno".