Pocas ciudades se enfundan sus estereotipos con tanta comodidad como Yerba Buena. Sinónimo de tranquilidad, de diversión, de pasión deportiva, de calidad ambiental... ¿Y algo más? Sí, mucho más. Porque, para ser sinceros, la Yerba Buena "de sol, de cielo, de verde" a la que cantan los poetas ha cambiado bastante en las últimas décadas. La ciudad que integra el "top ten" de las mejores urbes argentinas para vivir, también se disfruta desde los bares. Sorbo a sorbo.

1-Un ritual vivo. Al margen de la avenida Aconquija, hay una gran variedad de locales. Cada uno tiene su propia personalidad. En Mediterráneo, por ejemplo, el ritual del cafecito se vive casi como una ceremonia religiosa. Elegimos una mesa a la sombra de alguna palmera, nos sentamos y hacemos el pedido. Hace frío, de manera que se impone un buen chocolate con un tostadito de jamón y queso. Mirando a la avenida, el tiempo parece dilatarse. Todo se hace lento. Tanto, que uno hasta puede descubrir, "el alma de las cosas", como proponía Jorge Luis Borges.

2- El aroma del café. El tiempo también se detiene en el shopping Solar del Cerro. Allí, en el local de Freddo, se pueden saborear aromáticos cafés, cuyo reclamo olfativo es más eficaz que cualquier campaña publicitaria: rico; con personalidad. Y además, con la posibilidad de acompañar todo con alguna delicia helada, por más que el frío nos diga que sólo cuenta lo caliente. Sentados ahí, uno no puede dejar de pensar en el verso de Mario Benedetti: "cinco minutos bastan para soñar toda una vida, así de relativo es el tiempo".

3- Eternamente en domingo. Otro sorbo que nos permite saborear Yerba Buena es el que ofrece el bar Chento, estratégicamente ubicado en el corazón de Yerba Buena. Allí uno puede sentirse eternamente en domingo. Elegido por las familias no sólo para desayunar, sino también para degustar deliciosos platos, el bar impone su propia personalidad en una de las zonas más movidas de Yerba Buena. "Es referencia en el vecindario", dice María Erminia Gramajo, mientras saborea un cortado.

4- Estilo californiano. Pero si de encanto se trata, nada mejor que un barcito con personalidad. Como "Pasala bien", que se encuentra en el complejo Open Plaza, sobre la avenida Presidente Perón. Con su estilo marcadamente californiano el local atrae por su decoración. "Siempre vengo con mis amigas a toma el té. Es mi lugar en Yerba Buena", cuenta Alexia Moreno.

5- Reverencia. Por la misma avenida, recostada al pie del cerro, Namasté es la parada obligada de ciclistas y amantes del deporte. Como su nombre lo indica (namasté proviene del sánscrito y significa: saludo o reverencia) este bar naturista recibe al peregrino como si fuera una pequeña Meca. Saborear un café bajo el solcito tibio de la mañana, es realmente una experiencia religiosa.

"El Big Bar"

(Por Alberto Calliera, humorista).- Yerba Buena, cada día más cemento y menos verde. Lugar donde se derriban árboles para que florezcan negocios, bancos, shoppings y residencias de exitosos funcionarios.

Y un breve universo de bares en expansión que surgieron de una explosión: una especie de Big Bang. Mejor dicho, de Big Bar.

Bar: lugar para "caretear" y pasar el tiempo. Pero no es el tiempo el que pasa. Somos nosotros.

Bares de Yerba Buena. Mezcla de Disneylandia y de Naciones Unidas.

Jubilados que habitan La República del Colesterol. Jóvenes empresarios de la Patria Sojera y un Reino Informático de celulares y tablets.

Bares de Yerba Buena. Salas de concierto para Coros Femeninos, también Wall Street, Concejos Deliberantes Paralelos y refugio de solitarios lectores de LA GACETA.

Bares de Yerba Buena. Punto de reunión de motociclistas disfrazados de astronautas. Y oficina informal de un veterano humorista que termina ahí de escribir esta nota.