Muy interesante el artículo publicado el 22 del corriente relacionado con la traza del funicular que se intentó poner en marcha, a fines de la década del 40, para ascender desde Horco Molle hasta San Javier. Al respecto quiero destacar la figura de su impulsor y proyectista el ingeniero Anacleto Tobar, a la sazón rector de la Universidad Nacional de Tucumán. Tucumano por adopción, ya que vino de Buenos Aires designado como jefe de los Talleres de Tafí Viejo, y su enamoramiento con todo vehículo que se desplazara sobre rieles, lo llevó a imaginar que las vías también podían llegar hasta lo alto de nuestras montañas. Posiblemente su mandato no le permitió completar esa magnífica obra, de la que quedan aún sus más claros testimonios. Fue Tobar un hombre fuera de serie; medalla de oro en ingeniería de la UBA, escultor, aviador, deportista y pianista; hablaba y escribía siete idiomas; tenía grandes conocimientos de medicina, principios morales intactos, gran orientador de conductas y de conocimientos, que demostraba es sus clases, tanto en la UNT como en la Universidad Tecnológica. Y allá iba, siempre a pie, con su bondad infinita, con su característica humildad, con las mangas de su traje oscuro con las marcas blancas de la tiza, con la eterna sonrisa dibujada en su boca. Realmente, era así ese hombre al cual siempre recuerdo. Un canto a la vida.

Enrique Ortega

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