BUENOS AIRES.- En Liniers se jugaron 26 minutos y empezaron los disturbios en la popular visitante. Los hinchas del equipo de Floresta rompieron el alambrado e intentaron entrar al campo de juego. La barra local salió de la cancha. En la calle hubo enfrentamientos con la policía.

La Policía le aseguró a Pablo Díaz, el árbitro del encuentro, que no había garantías para continuar con el partido. Lo más insólito: Roberto Bugallo, presidente de All Boys, se acercó hasta el lugar de los incidentes para intentar arreglar la puerta. 

El partido estaba igualado 0 a 0.