Eduardo Robinson - Economista

Es ya habitual leer la palabra récord cuando se conoce mensualmente la recaudación de impuestos. En paralelo, la brecha entre el gasto público y los recursos es cada vez más amplia. Se agranda el déficit fiscal. ¿Qué implica esta situación?

En primer lugar hay que tener en cuenta que, así como es récord la recaudación, también lo es la presión fiscal (el total del monto recaudado en relación con la producción). En otras palabras, resulta insuficiente el esfuerzo del sector privado para sostener el gasto público, que los impuestos no alcanzan para equilibrar las cuentas públicas.

En segundo lugar que, además de los impuestos legislados, el Gobierno se financia con el impuesto ilegal y más regresivo que hay en la economía, la inflación.

Se trata de un primer aspecto de una paradoja fiscal: cada vez se paga más impuestos al tiempo que se agranda el desfinanciamiento. Esta situación impacta en la economía real. No sólo se asfixia impositivamente al sector productivo, sino que además le generan costos adicionales, entre ellos la mayor incertidumbre, que trae aparejado el desequilibrio fiscal. Como si esto fuese poco, la utilización de recursos y fuentes de financiamiento poco convencionales, ha sido otra característica saliente de los últimos años: en este sentido sobresale la remisión de utilidades y asistencia financiera provista tanto por el Banco Central y el Fondo de Garantía de Sustentabilidad (FGS) de la Anses.

En este sentido, en los últimos años se ha producido un cambio estructural en la presión tributaria nacional y provincial. Con cifras del gobierno, se pasó de 23% sobre el PBI en 2003 a 35% en 2011. Al actualizar las cifras y agregarle las tasas que perciben los municipios, es probable que se alcance el 40%.

La recaudación tributaria nacional se incrementó un 28% en los primeros cinco meses de 2013 en comparación con igual período del año pasado. No obstante, los datos oficiales del primer trimestre, muestran que se agudiza el deterioro fiscal. En efecto, el resultado financiero (incluido el pago de intereses de la deuda) acumulado de los primeros tres meses del año, últimos datos oficiales disponibles, presenta un déficit de $ 5.684 millones, $ 573 millones más que en igual período de 2012. Sin embargo, el déficit alcanza a $ 15.143 millones si se excluyen los $ 9.459 millones de las utilidades del BCRA y el Anses.

Al compararlo con igual período de 2012, el déficit se incrementa a $ 6.531 millones. En tanto, el superávit primario (antes del pago de intereses de la deuda) del primer trimestre $ 1.458 millones se transforma en un déficit de $ 8.000 millones, si no se consideran los recursos del BCRA y del Anses.

Subsidios

Un segundo aspecto de la paradoja fiscal tiene que ver con que si bien se paga más, el crecimiento de los subsidios desequilibra las cuentas. El año pasado los denominados subsidios económicos ascendieron a más de $ 99.000 millones, 24% de todos los gastos corrientes del Gobierno nacional. En esa cuenta predominan los subsidios al sector energético, que suma cerca del 50% del total y les siguen los del sector transporte, que representan alrededor de la tercera parte. Los subsidios, han servido para mantener artificialmente bajas algunas tarifas en medio de un contexto inflacionario. Desde hace varios años, se mantiene alta la inflación, entre otras razones, porque se emite moneda para financiar el desequilibrio fiscal, aun con tarifas congeladas. La consecuencia es la escasa inversión en infraestructura.

Un tercer aspecto de la actual paradoja fiscal, es que hacia fines de 2011 planteada la "sintonía fina", a las pocas semanas se diluyó. ¿Por qué? Como no se realizaron inversiones en tiempo y forma, las partidas de subsidios resultan muy difíciles de recortar dada las falencias estructurales en la que se encuentran sectores como el de la energía y el de transporte de pasajeros. Podría sostenerse que tarifas baratas para el transporte y la energía son parte de la ecuación de competitividad, pero no hay transporte más caro que el que no llega ni energía más cara que la que se importa.

Aceleración

La tentación de seguir emitiendo pesos

En un año electoral hay demasiados estímulos para sostener el equilibrio macroeconómico. Se prevé mayor aceleración del gasto público para los meses previos a las elecciones que terminará acelerando la emisión monetaria. Sin posibilidad de colocar deuda y con una presión tributaria en el límite, todo déficit fiscal se traduce hoy en una mayor emisión monetaria por parte del Gobierno.

El dilema

Entre el gasto social y la inversión en obras

El gobierno seguirá priorizando la inversión en gasto social, pero deberá, además, acelerar el ritmo de expansión de la obra pública. El gasto en salarios y seguridad social creció 36% el año pasado, mientras que la inversión sólo lo hizo 16%. Sin embargo, el problema de fondo tiene que ver con los recursos. Por lo tanto, el desequilibrio fiscal, pese a la mayor carga tributaria, lleva al gobierno a enfrentar un serio dilema.

Estancados

Los estímulos para generar más empleos

El estancamiento es lo que está provocando la caída del empleo privado y el retraso de los salarios reales. Así se explica la situación actual: en lugar de poder aumentar el empleo y el salario real simultáneamente, el gobierno se ve obligado a defender sólo a uno de ellos: si devalúa mantiene el empleo, pero se resiente el poder adquisitivo del salario, pero en caso de no hacerlo sostendrá los ingresos pero el desempleo crecerá.

Financiarse

Las fuentes siguen siendo las mismas

La economía argentina refleja un empobrecimiento de la sostenibilidad fiscal. En este contexto de persistente déficit fiscal es esperable que el Estado siga recurriendo al Banco Central como fuente de financiamiento. Las perspectivas indican que el déficit no se reducirá. Así, el deterioro de la situación fiscal tiende a espiralizarse. En 2010 fue de 1,9%, en 2011 fue 3%, en 2012 4% y en 2013 sería del 4,5%.

Ingresos

Efecto importador

Las subas interanuales más significativas de mayo, se registraron en los impuestos relacionados con las importaciones. Los aranceles crecieron un 65,1%, en tanto que IVA Aduanero lo hizo en un 46,3%. No obstante, en ambos casos se evidenció una merma en su velocidad de aumento, advierte Nadín Argañaraz (foto), presidente del Instituto Argentino de Análisis Fiscal.