"¡Qué placer, qué placer! ¡Qué bien se siente, realmente!" se escucha mientras un grupo de jóvenes pintan de blanco una pared del barrio Trulalá. Se ríen, se hacen chistes y hacen circular el rodillo con firmeza. Es como si estuvieran ensañados con esta pared y con lo que está por venir, pero más que nada están fascinados con "borrar" las pintadas de un político que en la última campaña imprimió su nombre en todos los ladrillos libres del barrio. Una mínima dosis de "justicia" por mano propia que nadie está dispuesto a rechazar. Todos quieren formar parte de esta nueva historia. A los pocos minutos, el muro que antes decía "Leg. Gustavo Villalba" pasó a decir "Lo querés?... Búscalo". Así, con letras grandes y negras pintadas a puño sobre un fondo blanco. Podríamos llamarle "el estilo" Acción poética, que por lo visto en estos tiempos ya es una marca registrada en nuestra ciudad.

Pero registrada no significa restringida. La idea de salir a las calles a pintar frases de amor y no tanto tiene una apertura cada vez mayor, no sólo hacia el interior tucumano y las provincias vecinas, sino también a los barrios más desatendidos. Así fue como Fernando Ríos, el mentor de Acción poética, se reunió con la asociación civil Crecer juntos y la Dirección de Acción Cultural del Ente de Cultura para empezar a construir un "recorrido poético" de 14 cuadras contínuas que abarca cuatro barrios: Juan Pablo II (alias "El sifón"), San Roque, 128 Viviendas y Juan Bautista Alberdi ("Trulalá").

En este último estuvieron ayer, la segunda jornada de pintadas. El proyecto comenzó mucho antes, hace al menos un mes y medio, con charlas entre los vecinos en la búsqueda de paredes disponibles para plasmar la poesía. En total, la acción implica a unos 1.000 participantes entre los que pintan, gestionan y también escriben, porque las palabras que ahora se leen en sus barrios son las que salen de su alma pero que muchas veces sus bocas callan.

Se barajaron decenas de opciones: "Soy tu aire, respírame", "Tengo intactos los sueños, ahora tócame el alma", "Mi amor, mi vida, mi rata podrida"... Pero de entre tantas propuestas tuvieron que seleccionar algunas: "Vos y yo creamos el amor", "Tu sonrisa me desarma", "Ni un pibe menos", entre otras. El sistema de selección es tal vez el más democrático que pueda existir: "según cómo reaccionen los vecinos cuando los leemos, esos son los que elegimos", explica Ríos, quien antes de comenzar la pintada oficia de maestro de ceremonias y da lectura de las creaciones de los actores -y autores- del barrio.

A medida que los pintores avanzan, se suman vecinos a la propuesta. Algunos para ofrecer su colaboración, otros para curiosear y muy pocos para reclamar por sus paredes. "No, esa pared no la pueden pintar. Pasa que mi yerno está en el tema de la política y seguro que la van a necesitar", indica una señora, dueña de una casa en una esquina. Por el cordón cuneta pasa un hilo de aguas servidas que lleva meses. Los pintores deben saltarlo cada vez que se aproximan a su obra. Y Claudia Díaz, presidenta de la asociación Crecer juntos, explica, con toda paciencia, que sí tienen permiso de pintar, otorgado por otro habitante de la casa. Todo se resuelve rápidamente y chicos y grandes vuelven a tomar el pincel.

Así, y al menos hasta la campaña que se aproxima, los muros del "Trula" dicen con palabras amables lo que sienten sus dueños. 


"Antes venía a este barrio a pelear; ahora, a escribir poesía"

Franco Navarro tiene 23 años y ya ha pasado por todas: ha sido un hijo con poca o ninguna atención de sus padres, ha probado casi todas las drogas que tuvo a su alcance, robó, estuvo preso, ayudó a otros y se ayudó a sí mismo, salió adelante, escribió poesías y letras de rap, se enamoró y trajo un niño al mundo. Es de Villa Muñecas, pero el "Trula", como lo llama él, es uno de los tantos barrios tucumanos que lo agarró a palos durante su adolescencia. Era uno de los lugares a donde acudía a buscar droga, solo, visitas que casi siempre terminaba en peleas. Y ayer, era uno de los tantos jóvenes que agarró el rodillo para escribir su mensaje en las paredes del barrio.

"Es muy loco eso de que antes venía a pelearme y ahora vengo a escribir poesía y ayudar a otros pibes", dice Franco, viendo pasar como en una película las escenas de su pasado. Él es uno de los tantos jóvenes que salió adelante gracias al apoyo de la asociación civil Crecer juntos, de la cual hoy es parte activa, al igual que de la editorial Cruce Cartonero.

Además de cobrar un plan social y colaborar en la agrupación, Franco busca algunos trabajos eventuales que le permitan sumar unos pesos más a la billetera. Se queja de la falta de trabajo, pero mal que mal la lleva, dice. "La agrupación me ayudó a salir de mi problema de la adicción. El trabajo comunitario te mantiene ocupado y podés pensar en otras cosas. También zafé porque estuve internado y porque de verdad yo quería zafar. La primera decisión, muy difícil, es internarte. De un día para el otro dejás todo: la droga, la familia, la junta, la calle... es duro, pero si tenés ganas se puede", cuenta Franco, quien se está dedicando por completo a terminar la escuela secundaria y conseguir un trabajo para mantener su primera hija, que llegará en junio. Cada vez que habla de ella su cara se ilumina. "Me desespero por poder darle todo lo que le haga falta. Yo no quiero que ande en la misma que yo andaba antes", implora el joven, quien imprimió en los muros mudos del barrio "Trulalá" las frases: "Las cadenas de la libertad", "Tu belleza se refleja en mi mirada" y "Los cantos de la vida".

"Me gusta mucho Acción poética porque es tres o cuatro palabras arma frases pegadoras. Si escribís poesías muy largas nadie te lee, y esto le llega a la gente", sintetiza.

ORGANIZADOS

Se unen dos polos del trabajo y la expresión comunitaria
Carolina Cazón, directora de Acción Cultural del Ente de Cultura, explicó que el recorrido poético tiene como objetivo unir dos polos del trabajo comunitario. "Arranca en la sede Crecer juntos, en el pasaje Unamuno al 2100 y continúa por 14 cuadras hasta El Sifón, donde hicimos el pasaje cultural", explica la funcionaria. Se refiere a un proyecto de murales que se desarrolló el año pasado en ese barrio.

Hace 19 años que la agrupación trabaja con los vecinos
La asociación civil Crecer Juntos trabaja desde hace 19 años en diversos barrios de la periferia tucumana. En la actualidad tienen un área de influencia de nueve barrios, en los que organizan, entre otras acciones, los hogares-centro. "Se trata de casas de vecinos que se abren para actividades educativas, recreativas y también para que los vecinos puedan comer", explica su presidenta, Claudia Díaz.

La calle convertida en espacio expresivo inclusivo
Edmundo Dantes Ibáñez, coordinador del programa Atención integral para niños, adolescentes y jóvenes de Crecer juntos, explicó que desde el equipo trabajan en cuatro escenarios para paliar la exclusión a la que, asumen, se ven sometidos sus jóvenes: "el escenario de la educación; la participación y el protagonismo; el trabajo y el escenario estético. Este último es el que se vincula con la acción de pintar las paredes en los barrios. Buscamos resemantizar el espacio público, planteamos la calle como un espacio expresivo", resumió el educador.