El Papa Francisco dio ayer una nueva muestra de que la bandera de su pontificado es la austeridad. En los actos centrales de la liturgia del Viernes Santo, el Sumo Pontífice continuó con su mensaje de recuperar la Iglesia para los pobres. 


El Papa ofició la celebración de la Pasión del Señor y la adoración a la Cruz en la Basílica de San Pedro, con la cobertura de más de 6.000 periodistas de 1.400 medios, para 76 países.

En silencio y vestido con una casulla de color rojo que representa a la sangre del martirio, Francisco realizó el gesto de la postración frente al altar central de la basílica, gesto para marcar la pequeñez frente a Dios, para luego dar inicio a la celebración que incluyó la liturgia de la palabra y la adoración de la Cruz.

La recitación de la pasión, que recuerda las últimas horas de la vida de Cristo, fue cantada por tres diáconos bendecidos por el Papa y acompañados por el coro de la Capilla Sixtina.

La homilía estuvo a cargo del Predicador de la Casa Pontificia, el franciscano Raniero Cantalamessa -como es habitual en muchas ceremonias vaticanas-, quien remarcó la necesidad de recuperar el impulso evangelizador de la Iglesia y tuvo un enérgico llamado a desterrar "las burocracias, los residuos ceremoniales y controversias del pasado".

Cantalamessa utilizó un texto del escritor checo Franz Kafka para ilustrar los impedimentos que surgen en el seno de la iglesia a la hora de evangelizar.

"Tenemos que hacer todo lo posible para que la Iglesia nunca se parezca a aquel castillo complicado y sombrío descripto por Kafka, y el mensaje pueda salir de él tan libre y feliz como cuando comenzó su carrera", aseveró. También comparó a la iglesia con "alguno de esos viejos edificios", que "a través de los siglos, para adaptarse a las necesidades del momento, se les llena de divisiones", pero llega un momento en que "son un obstáculo", y por eso dijo que "se debe tener el coraje de derribarlos" y volver a la "sencillez de sus orígenes".

"Esa fue la misión que recibió un día un hombre que estaba orando ante el crucifijo de San Damián: Ve, Francisco, y repara mi Iglesia", concluyó Cantalamessa en referencia al Santo de Asís, inspirador del nombre que lleva el sumo pontífice y agregó: "Se abre para la iglesia un tiempo nuevo, lleno de esperanza".

Tras la ceremonia, Francisco presidió su primer Vía Crucis, donde la Cruz fue llevada a lo largo de las 14 estaciones por personas de distintas nacionalidades, entre ellas, dos jóvenes brasileños.

La Pascua es la fiesta cristiana más importante. Hoy Francisco liderará la vigilia de Pascua en el Vaticano y mañana celebrará una misa en la basílica de San Pedro, antes de realizar su mensaje y bendición Urbi et Orbi (a la ciudad y al mundo).

Llamado emérito
Antes de los actos de ayer, el Papa Francisco volvió a comunicarse telefónicamente con el pontífice emérito Benedicto XVI, con motivo del Jueves Santo y mantuvo una "larga e intensa" conversación.

Así lo reveló el vocero de la Santa Sede, Federico Lombardi, en una conferencia de prensa en la que dio detalles de los gestos y acciones que viene desarrollando el Papa argentino en su primera Semana Santa en el Vaticano.

Medio Oriente
Por otra parte, Lombardi dijo que el pontífice "sigue de cerca" la "muy delicada situación" de Medio Oriente. Informó, además, que para las celebraciones pascuales se realizaron "simplificaciones" litúrgicas que harán más breves las misas. (Télam-DPA)


 Por primera vez en la historia, el papa labó los pies de mujeres

"Aquellos que no salen de sí mismos, en lugar de ser mediadores gradualmente se convierten en intermediarios, gerentes. Sabemos la diferencia: el intermediario, el gerente (...) no pone su propia piel y su propio corazón en el frente, nunca escucha una palabra cálida y sentida de agradecimiento", reflexionó el Papa. Lo hizo en la misa del jueves Santo, el día en que la Iglesia Católica conmemora el momento en que Jesús fundó el sacerdocio, durante la denominada Última Cena, la noche antes de su muerte. 

En un discurso ante unos 1.600 sacerdotes de Roma que asistieron a misa, Francisco dijo: "aquellos que no viven en la humildad, cerca de las personas, se arriesgan a convertirse en recolectores de antigüedades, en lugar de ser pastores que viven con 'el olor de las ovejas'". 

Dos mujeres jóvenes participaron del ritual en el que el papa Francisco lavó y besó los pies a 12 personas durante la tradicional ceremonia. En la primera vez en la historia que un pontífice incluye a mujeres en el ritual. 

Además, el rito fue realizado de forma inédita en el correccional de menores Casal del Marmo, en las afueras de Roma, en lugar de las clásicas basílicas San Pedro o de San Juan Letrán. El portavoz del Vaticano dijo que dos de aquellos a los que Francisco lavó los pies eran presos musulmanes. 

En una breve homilía -sin apuntes escritos- el Papa les dijo a los jóvenes detenidos que todos, incluido él, debían estar al servicio de los demás.