Cuando el médico Hugo Ricardo López comenzó a revisar a Micaela en el hospital de Niños el 2 de febrero de 2011, vio el hematoma que tenía en la frente. El golpe que le había producido esa herida fue tan fuerte que cuatro días más tarde, la pequeña de cuatro años falleció. Pero no fue la única lesión que halló en el cuerpo.

López, jefe del equipo de Medicina Legal de la Policía, declaró ayer en el juicio oral que se sigue contra Bruno Alberto Guerrero, el padrastro de la pequeña, acusado de homicidio. El médico describió al menos 20 moretones (hematomas y equimosis) que se habrían producido entre cinco a 21 días atrás del ataque que sufrió la niña.

En febrero de 2011, Guerrero estaba con su hijastra y su hijo de cinco meses en su casa de Lamadrid al 2.500, cuando salió corriendo a la calle con la pequeña en sus brazos y le pidió al conductor de un auto que lo auxiliara. La versión que dio en ese momento fue que habían intentado asaltarlo, y que uno de los ladrones golpeó a la menor con la culata de un arma.

El martes, el acusado cambió su versión. Admitió que la había empujado y que Micaela se golpeó la cabeza. Desesperado, le lavó la cara para tratar de despertarla, y como no reaccionaba, salió a pedir ayuda. La mentira sobre el robo la dio, aseguró, por su temor a volver a la cárcel, adonde había estado preso por un caso de abuso sexual del que finalmente resultó absuelto.

La madre de Micaela, Lucila, estaba trabajando cuando se produjo el hecho. Cuando le avisaron lo que había sucedido, salió rápidamente al hospital de Niños. La pequeña sufrió severas lesiones en el cerebro y murió el 6 de febrero.

El golpe

La fiscala de Cámara Juana Prieto de Sólimo, que lleva adelante la acusación durante el juicio oral, trató ayer de indagar sobre el objeto con que habrían golpeado a Micaela. El bioquímico de la Policía, Christian Jaroszewski, había recolectado en la casa un martillo, un cuchillo y un palo de madera. En ninguno había rastros de sangre. Los peritos no habrían logrado determinar con qué elemento se produjo el golpe.

"Era normal que así sea, porque la herida no fue sangrante", explicó el perito de la Policía a los jueces Carlos Caramutti, Analía Castillo de Ayusa y Dante Ibáñez. Determinar con qué fue golpeada la menor es importante para Prieto de Sólimo para demostrar que Guerrero actuó con alevosía. Lo llamativo fue que el bioquímico encontró manchas de sangre en el pasillo de la vivienda.

El imputado, que es asistido por el defensor Oficial Hernán Molina, escuchó atentamente las declaraciones y le hizo reiterados comentarios a su defensor. Incluso, pidió ver las fotos de la casa que habían tomado los peritos. El juicio continuará hoy, a partir de las 8.30, con la declaración de los últimos testigos.