Para el ciclista texano Lance Armstrong, el infierno está en la Tierra. Lejos de apaciguarse el fuego del escándalo por dopaje que protagonizó, y que lo llevó a ser despojado por la Unión Ciclista Internacional de sus siete éxitos en el Tour de France, ahora se enfrenta a otra situación delicada: el Comité Olímpico Internacional está a punto de abrir una investigación por la medalla de bronce que ganó en los Juegos Olímpicos de Sydney, en 2000.

Pero el COI no solo investigará al estadounidense: también analizará la actuación de otros corredores, en particular a los miembros de su séquito. El ídolo caído, que había superado un cáncer testicular en el inicio de su carrera deportiva, siempre negó las acusaciones por dopaje. 

Armstrong ganó bronce en Sidney en la prueba de contrarreloj. Terminó detrás del ruso Viacheslav Ekimov (oro) y del alemán Jan Ullrich (plata).

Con su decisión sobre lo actuado por Armstrong en el Tour, la UCI ratificó la decisión de la Federación de Ciclismo de EE.UU., que con anterioridad había decidido borrar todos los títulos que logró el texano dede agosto de 1998. En la medida se hacía referencia al uso del "más sofisticado programa de dopaje, profesional y exitoso del deporte que se haya visto jamás". LA GACETA ©