- El año pasado se editó tu Poesía Completa, 20 libros más algunos poemas sueltos, todos agrupados en un tomo. Hoy ya hay un libro nuevo. ¿Quedaba algo por decir?

- Siempre queda algo por decir porque las palabras no alcanzan. Es un tema reiterativo en mí la búsqueda de las incógnitas que el hombre trata de dilucidar. Este último libro es un intento más, necesario en mi poesía.

- Si tenemos en cuenta que publicaste tu primer libro (La raíz de la roca) a los 50 años, podemos hablar de una producción vertiginosa que nada tiene que ver con el apresuramiento de los jóvenes. ¿Estás conforme con esta manera de manejar tu obra?

- Sí, estoy conforme porque la oportunidad para iniciar la publicación de mis poemas llegó a los 50 años y se despertó la poesía que estaba en mi interior aguardando la oportunidad de revelarse. Este hecho fue sucediendo a través de los 21 libros publicados.

- Nos conocimos cuando acababas de publicar tu tercer libro (Piedra sensible), que es una metáfora magistral de lo que es San Juan. Esa aridez geográfica está en tu poesía, sin embargo tus versos son ricos en cuanto a recursos. ¿Cómo conseguís ese juego de opuestos?

- Conseguí en mi expresión poética reflejar el lenguaje de mis semejantes de San Juan en la ciudad, campos y montañas donde anduve siempre en contacto con las personas, inicialmente en mis andanzas en los cerros. El paisaje sanjuanino despierta en mí la polaridad del desierto y la vida ciudadana, lo que ha constituido un lenguaje idiolecto; es decir, una manera propia de expresarse dentro del idioma común.

- Creo que tu poesía hace un equilibrio notable para no caer en el juego folclórico, sobre todo teniendo en cuenta que coqueteás con él desde las formas coloquiales. Sin embargo tu rigurosidad es extrema. ¿Corregís al detalle tus textos?

- No corrijo, naturalmente surge el modo de expresarme, que es absorbido de mi comunicación verbal con la gente de la región en la que vivo, y eso lo llevo al papel de manera ajena a toda artisticidad, sin disfrazar el lenguaje. - Leo tu poema Acrobacia, que se encuentra en el libro Dicho en mí, y me río. Allí te obsesionás con una palabra del diccionario, y te he visto hacer lo mismo muchas veces en tus charlas con Rufino Martínez, en el antiguo bar Douglas. ¿Creés que la poesía es un género autobiográfico, idóneo para registrar nuestro paso por la vida?

- Creo absolutamente que es nuestro pensamiento vertido como poesía un intento por descubrir las incógnitas del hombre referentes a su paso por la existencia. En este intento el poeta a veces camina haciendo equilibrio entre la verdad y los espejismos. La palabra "funámbulo", que consulté en el diccionario, define la intencionalidad del poeta al intentar descubrir la verdad.

- He notado que en Buenos Aires llama la atención que hayas sido buscador de oro. A mí, como sanjuanino, me parece lo más natural del mundo. Lo que me asombra es tu poesía; esa forma indirecta de buscar oro. ¿Son dos oficios similares con diferentes herramientas de trabajo?

- Ante la necesidad de decir por medio de la poesía, lo hago como el cateador de minerales en la montaña, atento a las impresiones del paisaje, del medio donde vivo y en el que las palabras son expresiones que reflejan lo que encuentro.

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PERFIL

Jorge Leonidas Escudero nació en 1920, en San Juan. Su último libro es Atisbos (2012). Tiene además una Antología Poética, en México (2006), y otras dos en Ediciones en Danza, de Buenos Aires: son A otro hablar (2001) y Andanzas mineras (2004). Su Poesía Completa (2011) apareció bajo el mismo sello editorial. Entre múltiples distinciones, fue designado miembro de honor por la Fundación Argentina para la Poesía y distinguido por el Senado de la Nación. Es doctor honoris causa de la Universidad de San Juan.