TOKIO.- Pese a las protestas del ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, las duras críticas a la actuación de la eurozona contra la crisis marcaron el encuentro del FMI celebrado en Tokio. "La lenta reacción a la crisis especialmente en la eurozona ha llevado a una montaña de problemas de difícil solución", dijo ayer el ministro brasileño de Finanzas, Guido Mantega, resumiendo en realidad la opinión de muchos otros. De hecho, en la declaración final del encuentro, los 188 países miembros subrayan la necesidad de una "actuación decisiva", sobre todo en lo que respecta a Europa, y mencionan de forma concreta lo que consideran que debe pasar para evitar que la crisis se extienda al resto del mundo.

EEUU está al borde de una catástrofe, coinciden los expertos, por los enormes recortes de gastos y aumentos de impuestos que entrarán en vigor automáticamente a fin de año si el Congreso no actúa, pero de eso apenas se habla en una frase en la declaración final. Una mención mínima también se lleva Japón, con su enorme endeudamiento. En cambio, a la UE va destinado un amplio párrafo. "Cuando se observan los datos objetivos, sorprende la fijación con Europa", declaró el titular de la Asociación alemana de Cajas de Ahorro, Georg Fahrenschon. Schäuble lo resumió con una queja: "sale barato vapulear al euro".

El ministro alemán debió llevarse una sorpresa en Tokio, porque antes del viaje había pregonado feliz en un artículo para el "Wall Street Journal" que él y sus homólogos europeos llegaban a la cita "por fin con buenas noticias". En vez de felicitaciones se encontró con el pedido de la directora gerente del FMI, Christine Lagarde, de darle dos años más a Grecia para cumplir con sus objetivos de déficit, y más tiempo en general a todos los países de la llamada "periferia" de Europa, como España y Portugal, una propuesta que genera sarpullido en Alemania.

Luego llegó la crítica del economista jefe del FMI, Olivier Blanchard, que reprendió a Alemania diciéndole que tiene que hacer más para alimentar su demanda interna y no depender tanto de las exportaciones. Y para terminar, la propuesta del miembro del directorio del Banco Central Europeo (BCE) Jörg Asmussen para que el gobierno griego pueda recomprar con dinero prestado sus propios bonos de deuda. Así que en vez de ser la mensajera de buenas noticias, Alemania siguió en su papel de los últimos tiempos: el de frenar iniciativas que considera equivocadas y que reclaman otros países como España o Francia... y ahora también el FMI. Al menos, sobre el final hubo más visiones positivas. El presidente del BCE, Mario Draghi, afirmó que "hay signos de optimismo" en la eurozona. También el presidente del Comité Monetario y Financiero del FMI, Tharman Shanmugaratnam, afirmó que "todos los miembros estuvieron de acuerdo en que el mundo está en una mejor posición ahora que hace seis meses". Al cierre del encuentro, la propia Lagarde fue más conciliadora: "No estamos de acuerdo en todo, pero hay un consenso en que la actuación conjunta trae resultados".