A partir de 2003, el número de graduados de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT) no ha parado de caer, según estadísticas oficiales, proporcionadas por autoridades del Rectorado. Aquel año egresaron de las 13 facultades de la Casa de Juan B. Terán 2.242 profesionales; en 2011 lo hicieron 1.791: es decir, un 20% menos.
El decrecimiento se da durante todos esos años (ver cuadros), prácticamente en forma lineal: en 2004 se recibe un profesional más que en el ciclo lectivo anterior, pero allí se presenta un punto de inflexión, y la curva comienza a descender a un promedio de casi 65 graduados menos por año.
La elección del período no resulta caprichosa. Surge a partir del discurso que el secretario de Políticas Universitarias de la Nación, Martín Gill, pronunció en las VIIIª Jornadas Técnicas para Auditores Internos de Universidades Nacionales, organizadas por la Sindicatura General de la Nación (Sigen), que culminaron la semana pasada.
El funcionario camporista había afirmado que las políticas de Estado que se llevan a cabo desde 2003 -año en que Néstor Kirchner asume la presidencia- habían mejorado el sistema educativo en general, y el estado universitario, en particular. "Desde (ese año) hay un 10% más de universidades en todo el país, un 22% más de alumnos cursantes y un 56% más de graduados; es decir, hay más estudiantes y más profesionales con títulos universitarios, recibidos en más casas de altos estudios distribuidas en toda la Argentina", había manifestado. La UNT contrasta, sin embargo, el panorama que pinta Gill.
Durante los nueve años que abarcan el período analizado -de 2003 a 2011-, la Nación estuvo gobernada por el kirchnerismo -Kirchner de 2003 a 2007, y Cristina Fernández, de 2007 a 2011- y la UNT, por Mario Marigliano (2003 a 2006) y por el actual rector, Juan Alberto Cerisola (2006 a 2011).
La caída en el número de graduados resulta notoria, sobre todo en atención al número de inscriptos en ese período. Esta categoría muestra un comportamiento irregular, con mermas y aumentos -alguno, muy pronunciado-. Pero los incrementos en la cantidad de ingresantes no guardan relación con la cantidad de egresos.
Reformas curriculares
A partir de 2000, y durante toda esa década, se inicia un proceso de reforma en numerosos planes de estudios de las distintas carreras que se dictan en la UNT. La mayoría de las modificaciones curriculares se da entre 2004 y 2005, bajo los preceptos establecidos por la Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria (Coneau). A estas reformas se suma la creación de nuevas carreras, que también se produce por esos años. A modo de ejemplo, en 2005 se crea la carrera de Ciencias de la Comunicación, en la Facultad de Filosofía y Letras, con una inscripción récord: alrededor de 800.
En 2004, precisamente, se registra un pico en la cantidad de inscripciones en las 13 unidades académicas: 16.889. De acuerdo al tiempo estipulado en los planes de estudios -5 años- o a las estadísticas que la propia Coneau admite sobre la duración promedio de una carrera de la UNT -8 años-, aquellos casi 17.000 ingresantes deberían haberse comenzado a graduar a partir de 2009. Pero ese año, el número de graduados cae por primera vez por debajo del piso de los 2.000.
LA GACETA consultó estudiantes que militan en distintas agrupaciones políticas, de contenido ideológico antagónico entre sí. A grandes rasgos, coinciden, sin embargo, en señalar aspectos económicos y académicos como los causales de la merma en el número de egresados de la UNT. En general -salvo un par de excepciones- también concuerdan en echar culpas tanto sobre el Gobierno nacional como sobre las autoridades del Rectorado, a la vez.
Según argumentan, la creciente inflación de los últimos años obligó a los estudiantes a buscar trabajo, lo que ocasionó que distiendan sus estudios, cuando no a que los abandonen del todo. Para contrarrestar la causa socioeconómica en la caída en el número de graduados proponen que se incremente el presupuesto universitario, para que se contemplen mayor cantidad de becas y para que el monto de estas sea mayor. Además, reclaman que se conceda el boleto estudiantil y que se pongan en funcionamiento comedores universitarios. Solicitan también que se elimine todo tipo de arancel -directo o indirecto-, en las unidades académicas de la UNT.
En lo que tiene que ver con lo económico-financiero, no sólo señalan la falta de recursos, sino que también cuestionan cómo se administran los escasos fondos que llegan a las facultades. Y algunos hasta sugieren que el reparto de becas se hace en forma irregular.
En lo que respecta a las causas académicas, cuestionan la injerencia de la Coneau en la modificación de los planes de estudio. Y señalan la necesidad de rediseñarlos, para eliminar, entre otros, aquellas correlatividades que, según afirman, no se asientan sobre un criterio académico, sino que funcionan como un obstáculo para el cursado.