Es cierto: Charly García no es el de antes, no recorre el escenario con agilidad, no modula bien cuando habla y cuando canta se le va la voz... Pero es Charly, y sabíamos que íbamos a encontrarnos con algo así o aún menos simpático todavía.
Pero en realidad emociona verlo muchísimo mejor que el 8 de julio de 2010 en la plaza Independencia, esa noche que entró al escenario en andas, más robusto/gordo que nunca, con la pierna rígida por una férula, la lengua adormecida y menos ritmo que una gotera. Es él, merecía otra oportunidad, y cumplió.
Charly vive y se mueve rodeado por esa aura mágica que obliga a hurgar en la memoria, en el inconsciente (el individual y el colectivo, claro). Cada canción dispara imágenes y recuerdos, historias que constituyen identidad, que refrescan momentos de la vida cotidiana.
La infancia con el dolor por "Los dinosaurios", los sueños que se viven "Cerca de la revolución" y los primeros desengaños amorosos de la mano de "Eiti leda", la idea de pedir ayuda por amor en "Asesíname"... Todas las imágenes que se van proyectando como diapositivas mientras el cuerpo se mueve solo, con alegría, al compás de melodías evidentemente surgidas de una afiebrada y genial cabeza.
A Charly se lo ve bien. Se cuida mucho, dicen. En camarines solo hubo verduras, aunque antes de entrar al estadio comió un choripán que le compraron en la vereda. No salió de fiesta ni antes ni después. Fuma poco, y revelan en su entorno que no comete excesos de ningún tipo.
El recital del viernes en el club Central Córdoba fue más de lo que se esperaba. Porque además de todo eso que genera el mito, la leyenda de Charly, él estuvo lúcido, contento, concentrado y generoso.
Tampoco le hicieron falta giros demagógicos, como hablar de más sobre Spinetta cuando cantó "Rezo por vos", o referirse a Mercedes Sosa en sus pagos. Y él tiene derecho a hacerlo, pero no le hizo falta y no abusó. Se agradece.
La imponente puesta en escena, la solvencia de The Prostitution, la banda que lo acompaña, y la alegría que desde el público trepó al escenario convirtieron la noche en un conmovedor capítulo de esta vida que venimos viviendo juntos con Charly. Todos.
No hacía falta, pero se reivindicó ante los tucumanos. Devolvió alegrías y tristezas, emociones que no van a ser olvidadas fácilmente.