Ni los más nostálgicos usuarios del e-mail podrían entristecerse con esta noticia. Es que, a pesar de ser testigo de las primeras cuentas de correo electrónico que crearon millones de personas en el mundo, hacía rato que Hotmail había decepcionado a sus clientes. Es más: apenas conservaba las cuentas de aquellos primeros usuarios. Por su falta de practicidad, por la lentitud de carga de su página y por el exceso de publicidad -entre otros motivos-, la gran masa se volcó por servidores de correo gratuito como Gmail y Yahoo. Entonces, Microsoft se vio obligado a dar una respuesta.
A partir de ayer ha dejado de existir Hotmail. Pasó a llamarse Outlook (igual que el software de gestión de correo de Windows) y los cambios no vienen solo en cuanto al diseño y al nombre. Además de una considerable lavada de cara, el servicio se volvió más práctico y rápido, ya que agregó la integración con redes sociales como Facebook, Twitter y Linkedin, entre otras, y eliminó -al menos por ahora- la molesta publicidad que alejaba usuarios.
¿Qué hago?
Nada. En un principio, los clientes que quieran conservar los dominios @hotmail y @live podrán hacerlo (todavía no se anunció si esto será definitivo). Sin embargo, quienes quieran cambiar podrán hacerlo siguiendo unos simples pasos que se indican en un correo enviado masivamente a los usuarios (asunto: "Conocer las novedades de Outlook"). También hasta nuevo aviso se podrá acceder a las cuentas por medio de las direcciones habituales (www.hotmail.com, www.live.com) o bien a través de www.outlook.com. Los correos guardados y los contactos quedan tal cual estaban antes de este sorpresivo cambio, anunciado e implementado súbitamente ayer.
Habrá que ver si este manotazo de ahogado logra evitar el hundimiento. Algunos cambios son verdaderamente prácticos, como la incorporación de un buscador de correos integrados y la desaparición del poco preciso Bing. Además, un panel a la izquierda resume la cantidad de fotos y/o documentos que tenemos archivados en adjuntos, algo verdaderamente innovador. A probarlo, entonces.