Es como si durante la noche se lo hubieran robado y en su lugar solo hubiese quedado el cielo. Pero no. Su mole estuvo ahí durante todo el día, inmutablemente verde, pero invisible. Ayer, el cerro San Javier se escondió detrás de una cortina turbia de humo y polvo. Y parece que habrá que acostumbrarse a este paisaje. Porque todavía falta por lo menos un mes para que lleguen las lluvias que pueden limpiar el ambiente.

El meteorólogo Juan Minetti (director del Laboratorio Climatológico Sudamericano) explicó que al humo que hay en el ambiente (por la quema de campos y los ingenios) se suma un fenómeno llamado polvo en suspensión. Se origina cuando se producen tempestades de tierra o vientos fuertes en zonas áridas de la provincia o de Santiago del Estero, de La Rioja o de San Juan. Debido a los movimientos aéreos a gran escala, las partículas viajan hasta Tucumán, detalló Minetti.

Todo indica que habrá que resignarse: el alivio del agua parece estar lejos todavía. "Está pronosticado que llueva el viernes o el sábado, cuando ingrese un frente frío nuevo. Pero la posibilidad es muy pobre. Las lluvias más fuertes están previstas para fines de agosto. Aparentemente, esas van a tener la intensidad suficiente como para empezar a limpiar el ambiente", enfatizó el meteorólogo.