A la hora de sentarse en un bar, algunos clientes se volvieron paranoicos y prefieren no dejar nada a mano: ni el celular, ni la cartera, y ni siquiera el paquete de cigarrillos. Sin embargo, hay otros que se dejan llevar por la distensión del momento y suelen caer en la trampa.
Fue el caso de Ana, una de las tantas personas que sufrió un arrebato dentro de una confitería. "Un miércoles a la noche estábamos con un grupo de amigas y todas habíamos puesto los celulares sobre la mesa. En un momento me levanté para ir al baño y cuando volví mi teléfono ya no estaba", detalló la joven.
Según su relato, lo primero que pensó era que le estaban haciendo una broma. "Pero después me dijeron que habían pasado unos chicos dejando folletos y parece que ahí se lo llevaron", agrega. A su parecer, esta práctica es cada vez más común. "Todo el tiempo recibo mensajes en Facebook donde amigos y conocidos me cuentan que les robaron el celular", explicó.
A Cecilia le pasó algo similar. "Nos sentamos a tomar algo con una amiga en un bar, de repente entraron unos chicos y dejaron una tarjetita sobre la mesa. Cuando volvieron a levantarla, se llevaron el celular. Salimos corriendo para tratar de atraparlos, pero fue imposible", recordó molesta por la falta de reacción de los propietarios del lugar.