"Uno escribe porque quisiera aproximarse a aquellos textos que uno leyó toda su vida y que producen tanto gozo. Quisiera que el lector encuentre historias que pretenden ser atractivas y disparar la imaginación, la ilusión y también la memoria". Horacio Elsinger se desplaza de la cátedra de Estética y del terreno de la filosofía hacia el de la literatura, donde reconoce como referentes a Arlt y a Cortázar.

Y no es que ahora se haya puesto a escribir cuentos (siempre lo ha hecho), sino que se ha decidido a publicar. Para ello ha seleccionado seis relatos que conforman una equilibrada unidad y los pone a consideración en "La última ballena", el libro de cuentos que publica Edunt.

En esos relatos se cruzan la infancia y los años de plomo en la Argentina. "Pero no necesariamente están presentes en todo momento, y resulta una relación tensa entre esa expectativa del paraíso soñado en la infancia y la cruda realidad de aquellos años", refiere.

Sobre los aspectos formales o narrativos apela a un lenguaje muy directo. "Me inclino por un lenguaje despojado, evito caer en lo lírico; antepongo mucho el aspecto comunicacional en la escritura y trato de que lo metafórico surja de la totalidad, de no caer en un lenguaje que quiere a cada paso mostrarse como poético", afirma.

Los cuentos están narrados en primera y en tercera persona, y también aparece una inusual segunda persona. "Es el que tiene la estructura formal más compleja, como una búsqueda de ese entramado de lenguaje y de tiempo, porque así lo exige la historia que quiero contar -explica el escritor-. Antepongo a las preocupaciones formales el deseo".

El pasado como disparador

"Se me ocurre que el trabajo del escritor se parece al trabajo del inconsciente; es decir, ahí no hay tiempo ni espacio, sí deseo, y uno se mueve por el deseo profundo de contar estas historias de Tucumán y de esa época. Pero no son recuerdos -advierte-; es un libro de cuentos y, como todo escritor uno apela a elementos referidos a la experiencia, biográficos o autorreferenciales, pero es pura ficción. Y si bien hay hechos de la realidad histórica de Tucumán que uno puede reconocer, no está la pretensión de ser documento ni registro".

El escenario es Tucumán, y también San Miguel, un recurso que Elsinger utiliza también en una novela inédita.

Las preocupaciones de Elsinger van por el lado de lo estético y lo reflexivo, en convergencia con sus intereses literarios. "Y al publicarse -se proyecta- cualquier obra artística siempre está más acá o más allá del autor... nunca se sabe; lo importante es la resonancia que puede alcanzar".