Sus ojos conservan aún la humedad del dolor y de la injusticia. Hace 17 años perdió a su única hija en el mayor atentado terrorista que sufrió el país. Por momentos su mirada pareciera reflejar la imagen de una instantánea tomada en aquel fatídico 18 de julio, cuando un coche bomba mató a 85 personas en la AMIA. Desde 1994, Sofía Guterman supo convivir con las esquirlas en su alma. No obstante, desde hace algunos años, su experiencia es transmitida a los jóvenes en cada punto del país.

Guterman llegó a la provincia para brindar una serie de charlas en colegios y universidades locales. Afirma que su objetivo es que los adolescentes sepan que el 18 de julio de 1994 no sólo se produjo un crimen contra la comunidad judía. Guterman asegura que fue un atentado contra todo el pueblo argentino. Su peregrinar en busca de justicia y su experiencia fue volcada en cinco libros que escribió durante todos estos años.

Con un perceptible sentimiento de culpa, Guterman cuenta que fue ella misma quien le aconsejó a su hija Andrea a que buscara trabajo en la bolsa de trabajo de la AMIA. Precisamente, Andrea fue el mismo día en que estalló la bomba. "Seis o siete meses antes del atentado ella me contaba que soñaba que la querían matar. Son hombres sin rostro, me decía. El día del atentado me llamó y me dijo que no sabía si entrar al edificio o no. Finalmente entró", se lamenta la mujer.

Guterman afirma que le resultó "dramático" demostrarle a la sociedad que las personas que murieron en la AMIA eran inocentes. "A mí me tocó hablar con Bernardo Neustadt, quien una vez dijo que además de judíos habían muerto inocentes. Me tocó tomar un taxi en el que el chofer me preguntó si mi hija estaba adentro del edificio. Cuando le respondí que sí, me dijo: 'ahh, pero entonces no era inocente'. Por suerte la sociedad empezó a mirar el tema de otra manera", relata Guterman, y seguidamente se acordó de una anécdota, cuando un joven estudiante se le acercó luego de una charla. "Señora, quiero pedirle disculpas, me dijo el muchacho. Porque cuando fue el atentado a la AMIA a mí me entró por una oreja y me salió por la otra. Yo le respondí que no debía disculparse, que me alegraba de que haya cambiado de opinión", sentencia Guterman.