Por Andrés Burgo - Especial para LA GACETA
BUENOS AIRES. Esto de anhelar con volver victorioso, brindar con "cerveza", contar los tres puntos, una y otra vez, mientras la cumbia de la buena onda suena con autoridad en el bus de la alegría de Atlético, es casi tan imposible como imaginar que el hambre desaparece de un día a otro en África. A decir verdad, es una utopía, un sueño vago de unos cuantos porfiados que piensan que jugando al fútbol así se puede salir bien parado de una cancha. Una, quizás dos veces funciona, pero tres, ni a ganchos.
El "decano" termina siendo un pasajero en trance, perdido en una nebulosa sin salida. Está atrapado y contra la pared de un destino negro, de punta a punta. Su esquema, su táctica en cancha de Quilmes así lo ratificó. Esperar y ver qué onda, a esta altura ya no da. No da porque el equipo y Jorge Solari, sobre todo, necesitaban salir bien parados de esta.
Y fue todo tan evidente, tan sencillo de descifrar. Es más, al local le sobraban marcas para controlar la soledad de Barrado y "Pulguita". Tenían tiempo hasta para ir al baño. Igual atrás, donde la contención al enemigo fue una novela de ficción.
Caneo movió la estantería a voluntad y Telechea, con su torpeza y todo, entró por izquierda, derecha y el medio cuando se le antojó. La defensa fue un colador sin push ni punch. No cuidó a Ischuk ni tampoco entró en sintonía con los del medio, también perdidos como aceituna en ensalada de frutas. Iuvalé y Lobo eran las aduanas. Aduanas de ¿qué? Ni se los vio cortando un tránsito libre como viento.
Tan caprichoso y amarrete fue Atlético que de Longo salieron los dos únicos tiros al arco en el primer parcial. En cambio, Quilmes movió la pelota, aunque tampoco fue un asesino. Sin embargo, con poco, se encontró con la ventaja. Centro pasado, Telechea le baja la pelota a Garnier; este intenta, falla el remate, pero cobra un rebote increíble ante seis piernas celestes y blancas. Remate cruzado en la boca del área chica y a cobrar.
El arranque del complemento dejó otra imagen del invitado. Longo y Barrado se animaron; Trípodi dijo no. Pare carrito. El tiempo se fue por decantación, no sin antes dejarle un intento con la cabeza a Cauteruccio. 2 a 0 para un anfitrión vivo y 0-2 para un Atlético en coma, al borde del abismo.